Modus operandi


Editorial_LH

Si hablamos del robo de celulares o del robo de carros y, peor aún, de los asaltos a los clientes que salen de las agencias bancarias con dinero al haber cobrado un cheque o realizado algún retiro, salta a la vista que no hace falta ser experto en seguridad ni en investigaciones criminales para determinar que hay un patrón, un “modus operandi” establecido que se repite una y otra vez con pasmosa precisión sin que nadie mueva un dedo para usar esa valiosa información para prevenir los actos violentos.


En otros países los maleantes tienen que ser ingeniosos para ir inventando nuevas formas de operar, pero Guatemala es benévola con ellos, porque por años hemos sabido hasta los horarios en los que actúan libremente los motoristas que roban celulares y nadie hace absolutamente nada. Por décadas cualquier guatemalteco ha sabido dónde puede comprar un celular robado y las ventas siguen allí, en negocio floreciente. Se sabe cuáles son los puntos donde los ladrones de carros operan preferentemente y la manera en que actúan, pero lo siguen haciendo ya en forma mecánica, porque a pesar de la reiteración, nadie le pone coco al problema.

No digamos con los clientes de los bancos. El ladrón sabe a quién tiene que seguir y cuánto dinero lleva encima sin que nunca se haga una investigación para dar con los que informan a los criminales desde adentro de los bancos sobre los montos de las transacciones y cuáles se traducen en dinero en efectivo.

No hay ninguna genialidad en esa forma de operar de los criminales ni hay un altísimo grado de dificultad para establecer el “modus operandi”. Es clarísimo y repetitivo hasta el cansancio, tanto como para dar la oportunidad a una Policía menos inútil para obligarlos siquiera a cambiar de rutina y de lugar, a cambiar de horarios por lo menos o a sustituir un banco por otro para eliminar las burdas huellas que van quedando cada vez que asaltan y a lo mejor matan a alguien.

En Guatemala todos los crímenes se vuelven en serie, porque es muy fácil ver que se pueden cometer sin riesgo alguno. Igual pasa con los ladrones que se entacuchan de políticos, puesto que con cada nuevo gobierno se repiten exactamente los mismos procedimientos, las mismas mañas, el mismísimo “modus operandi” para mantener el saqueo del erario y uno ve que termina el período y los largos se van tranquilos a sus casas a gozar del dinero mal habido. Somos un pueblo de rutinas, que a todo se acostumbra y los delincuentes no son diferentes. Su rutina es consistente porque saben que ni siquiera por eso alguien tratará de dar con ellos.

Minutero:
Aquí ser delincuente
es un negocio excelente
porque como nadie investiga
al criminal no se hostiga