La obra de Modigliani se inscribe en la vanguardia artística de principios del siglo XX y es, junto a otros grandes como Pablo Picasso y Marc Chagall, una referencia y un punto ineludible en el desarrollo de la pintura europea que marcará la historia del arte occidental como expresión estética, universal, de la conciencia humana.
PRIMEROS AÑOS
Amedeo Modigliani, quien nació en Livorno Italia, en 1884, fue un pintor que, a diferencia de muchos otros genios del arte occidental, no mostró sus cualidades artísticas desde muy pequeño sino hasta ya bien entrada la pubertad. De hecho, Modigliani empezó sus estudios de pintura a los 14 años los que, rápidamente, fueron perturbados por su mala salud y la que, lamentablemente, será una constante en la vida de este pintor italiano quien también fue escultor.
Para los historiadores del arte del siglo XX, la figura de Modigliani se presenta –a diferencia de muchos grandes de la pintura– como un personaje marcado por el estigma de la tragedia. Debido a que la vida de Modigliani, quien vivió relativamente pocos años, fue una vida marcada por la pobreza y las enfermedades. La fiebre tifoidea y la tuberculosis, que desde muy joven padeció, dejarán sus marcas en la frágil salud del pintor. Las enfermedades fueron, durante toda su vida, el enemigo invisible que poco a poco devoró el cuerpo y el alma del pintor.
LIVORNO
Un hecho importante en la vida de Modigliani es su ciudad natal, Livorno. Esta es una ciudad con una historia cultural muy importante, particularmente a partir del Renacimiento. Livorno fue una ciudad regida por la famosa familia de los Medici quienes, aparte de propagar las ideas humanistas y la tolerancia religiosa, fueron grandes propulsores y mecenas del arte, de las ciencias y de la filosofía.
Livorno fue también un puerto franco en el que floreció el comercio y la prosperidad económica. Lo que atrajo a migrantes extranjeros, particularmente a muchos judíos sefardíes quienes habían sido expulsados de España y Portugal. Estos judíos contribuyeron de forma muy positiva al desarrollo mercantil y florecimiento cultural de Livorno. Y es en esta comunidad judía –de larga tradición comercial e intelectual– donde encontramos a los ancestros de Modigliani. Parece que la madre del pintor, quien era francesa y pertenecía a una familia de intelectuales y políglotas letrados, contaba entre sus ancestros al famoso filósofo judío Spinoza.
PARÍS BOHEMIO
Modigliani, como muchos otros famosos artistas, emigró a Francia. En 1906 se instala en París, en el barrio de Montmatre. Este barrio parisino es conocido por haber sido el nido tradicional de artistas universales quienes, en su tiempo, vivieron y compartieron –al lado de la extrema pobreza– una profunda inspiración y valiosa creación artística del arte occidental. En las callejuelas de Montmatre, Modigliani, entró en contacto con el movimiento de la Avant Garde artística parisina.
Es conocido que Modigliani fue un pintor muy productivo y quien, no obstante su frágil salud, pintó hasta el último día de su corta vida. Además, constatamos que en la vida de Modigliani –al lado de la pobreza y las enfermedades– la bohemia, las drogas y las mujeres son facetas que marcarán profundamente su existencia y su obra artística. Muchas de sus obras reflejan personajes de su mundo bohemio.
De hecho, Modigliani, desde sus años de estudio en la ciudad de Venecia, a donde se mudó en 1903, empezó a tener un estilo de vida en el que los burdeles, el alcohol y las drogas, eran parte de la cotidianidad del pintor. Es importante anotar que este culto de la vida bohemia no es algo accidental, sino más bien una especie de reacción ideológica –a la cultura y tradición en el arte– en la mayoría de genios de la pintura del siglo XX. Y parece que dicho culto de la bohemia se explica, también, a través de las influencias literarias de filósofos como Nietzsche y de escritores emparentados con movimientos vanguardistas del arte y la literatura como Baudelaire, Apollinaire, entre otros.
OBRA
La obra pictórica y escultórica de Modigliani, que se inscribe en un período vanguardista de la historia del arte, está marcada por el deseo del artista de escudriñar en lo más profundo del ser humano, su alma o espiritualidad.
“Lo que busco no es lo real ni irreal, sino más bien el inconsciente, el misterio de lo instintivo en la raza humana”, declaró el pintor.
Parece, entonces, que la exploración de la sique humana, a través de formas que contradicen los principios de la perspectiva y una gama de tonos que intentan descubrir el yo-interno de los personajes, es una constante formal en la obra pictórica de Modigliani. Las reproducciones de sus personajes con cuellos alargados y ojos tristes denotan una experimentación formal que trasciende lo físico y escudriña en los laberintos del alma humana. Los personajes de Modigliani reflejan, en suaves contrastes, una uniformidad simbólica, casi asimétrica, que transluce un sentimiento de melancolía muy cercano a la tristeza.
Por aparte, a Modigliani nunca le gustó pintar paisajes, sino su obsesión estética fue siempre la figura humana, la femenina en particular. Las obras de género paisajista son relativamente insignificantes frente a esas de personajes humanos. Al pintor tampoco le gustaba pintar al aire libre –precepto un tanto en boga en esos tiempos– sino siempre prefirió pintar en su habitación o taller. Pero, eso sí, le gustaba mucho –como parte del estilo bohemio– dibujar y trazar borradores en los cafés, bares y burdeles que cotidianamente frecuentaba. Ese era el estilo tradicional, clásico, de los artistas bohemios del París de las primeras décadas del siglo XX.
En cuanto a las influencias plásticas en la obra de Modigliani pensamos que hay dos figuras claves del impresionismo tardío –que algunos llaman postimpresionismo– y que son los pintores Toulouse Lautrec y Paul Cézzane. El primero de éstos fue quien, aparte de lo puramente artístico, influyó también en el estilo de vida de Modigliani. Pues éste, como Lautrec, llevó un ritmo de vida marcado por el exceso consumo de alcohol. Al grado que Modigliani casi vivió como un entero vagabundo dedicado, únicamente, a dibujar, esculpir y pintar.
LOS DESNUDOS
El desnudo es un género artístico que, en la historia del arte occidental, acompaña a los grandes momentos de apogeo cultural, artístico y filosófico. La Grecia Clásica y el Renacimiento italiano son buenos ejemplos de creación de pinturas y esculturas desnudas. Y señalemos que Livorno, ciudad donde nació Modigliani, existía una larga tradición artística desde el siglo XVI en la que el desnudo, como género artístico, ocupaba un lugar importante tanto en la pintura como en la escultura.
Modigliani mismo, durante sus años de aprendizaje, estudió no solo la pintura del Renacimiento, sino también el arte del desnudo. Así se explica la posterior experimentación y producción de muchos lienzos con representaciones de figuras desnudas. Ejemplos de esto son el Desnudo sentado; el Desnudo acostado; Desnudo dormido y, entre otros, Acto en el sofá.
Los desnudos de Modigliani, admirados por la crítica y apreciados por el público culto francés, despertaron también el descontento de los mojigatos y conservadores para quienes la sexualidad es siempre un tabú a reprimir. Y eso fue, en efecto, lo que le sucedió a la primera exposición individual de Modigliani. Su muestra de desnudos, en la famosa galería Werte Weill en diciembre de 1917, ruborizó al hipócrita jefe de la policía parisina quien, a pocas horas de inaugurada la exposición, obligó a Modigliani –bajo amenazas y presión psicológica– a cancelar y cerrar la exposición. Pero hoy Modigliani es inmortal y ese jefe policiaco es nada.
LA ESCULTURA
El arte escultórico llega a la vida de Modigliani como una especie de paradigma estético en el devenir existencial de un pintor sumamente interesado en el sentido de la vida y por los misterios del alma humana. Después de una corta estadía en su ciudad natal, Livorno, Modigliani regresa de nuevo a París y decide dedicarse enteramente a la escultura.
Durante un año estudia a fondo el arte y la técnica escultórica y en 1912 expone sus obras escultóricas, junto a otros grandes artistas, en el famoso Salón de Otoño en París. Ésta era una muestra anual de la vanguardia artística parisina en la que, desde 1910, los surrealistas y cubistas habían inaugurado los caminos que tomaría el arte occidental del siglo XX y el que, gracias a su belleza y profundidad estética, nos sigue impactando e influenciando hasta el día de hoy. Vale señalar que una de sus esculturas famosas, La Cabeza de Mujer, se vendió en el año 2012 como la segunda escultura más cara de todos los tiempos en la historia del arte.
Sin embargo, el período escultórico fue relativamente corto. No obstante el éxito de su obra escultórica este período durará, solamente, un par de años. Muy pronto Modigliani decide retornar al mundo de los colores, pinceladas y formas humanas. Y tan estrepitoso vaivén artístico se explica a través de dos razones: la fragilidad de la salud del pintor, a causa del estilo de vida bohemio, y la escasez de materiales para la escultura que produjo el comienzo de la Primera Guerra Mundial.
EL FIN
Los últimos días de vida del gran Modigliani fueron muy duros, marcados por la precariedad existencial y la enfermedad. Ciertamente, la enfermedad fue como una especie de maleficio que poco a poco fue consumiendo la vida del pintor. Modigliani, con apenas 35, murió en París en medio de una extrema pobreza y a causa de una terrible meningitis tuberculosa en 1910. Jeanne Hebuterne, su fiel compañera y musa, no pudo soportar la muerte del artista y, un día después de la muerte de Modigliani, se lanzó desde el quinto piso del hospital. Jeanne murió embarazada. Hoy los tres descansan juntos en el famoso Père Lachaise que es el cementerio parisino donde están enterrados muchos de los grandes artistas y escritores –como Asturias, Apollinaire, María Callas, De la Croix, Molière, entre otros,– de la cultura occidental.