Modifican celebración del 14 de febrero


A pulso dominante tan simbólica celebración del Dí­a de San Valentí­n, llegó para quedarse en el paí­s. Otra manifestación patente de la transculturación que hace alarde en el aspaviento. Lleva años, lo reconozco a pie juntillas, de recibir el beneplácito y complacencia en crecimiento. Como reguero de pólvora cunde desde entonces por rebasar sus metas.

Juan de Dios Rojas

En sus inicios, mediante publicidad también incipiente se dio a conocer con el apelativo de Dí­a del Cariño. Consecuentemente fulgura completa su entrega radiante en el proscenio de los enamorados sobre entusiasmos desbordantes. A tí­tulo personal las parejas rinden culto a dioses de latitudes lejanas, por ejemplo: Cupido y Eros en unión feliz.

Dentro del esquema similar a los primeros pasos, recibe total aceptación por cuanto es punto vulnerable de sentimientos especiales.

Tocar el aldabón de dicho tema que radica en las oquedades de cada persona, orienta de inmediato a festejar sin rodeos ni reservas esa fecha ponderada inclusive en los medios de comunicación, calendarios y demás cosas.

El dí­a del Cariño constituye algo imposible de pasar desapercibido por los esenciales protagonistas. Las respuestas no se hacen esperar, por el contrario, llenan su cometido de cualquier manera. í‰pocas de bonanza relativa como de crisis tienen el denominador común de la demostración reciprocada en diversas formas que buscan patentizar el cariño.

Tanto en el bastión social que es el hogar; respecto a gente que goza y disfruta precisamente del cariño; vecindad, bien o mal, acaso por compromiso social. Multiplicidad en el compañerismo de trabajo; entidades de servicio en general; la escuela, elemento fundamental que forma la personalidad, en resumen son diversos sectores que entran en juego.

Considerada ser limitante la designación de Dí­a del Cariño, tiene ampliación. Al paso siguiente en orden cualitativo y cuantitativo, sobreviene la modificación respectiva. Por lo tanto surge en el horizonte de parabienes, honras y apologí­as un sesgo trascendente: el Dí­a del Amor. Es entonces que tienen nombradí­a y esplendor especial Cupido y Eros.

Esta latitud emocional encaja más directo en los sentimientos humanos, en el crisol simbólico que sale a relucir al espacio sideral. Sobre la base que el amor es el sentimiento quintaesenciado que demanda lo mejor. Goza por consiguiente de inmensa aceptación general y su celebración llena ámbitos extraordinarios por excelencia evidentes.

Etapa tras etapa el Dí­a del Amor que todo lo vence, es en la actualidad una trascendental efeméride sentimental, como puede comprobarse fácilmente. Indicadores o parámetros son muestras sustanciales de tal aseveramiento. Eventos especí­ficos hasta la saciedad, induce a constatar que las interioridades de dicho sentimiento sublime tienen poder.

Más adelante y en la prosecución de modificaciones en torno al 14 de febrero, en homenaje a San Valentí­n, envasado a nuestro lar imitador o seguidor, sobreviene el Dí­a de la Amistad, otro sesgo con, o sin fortuna, según el cristal con que se mire, tiene relativa celebración. En aras siempre de la sociabilidad, piedra angular.

Y como si fuese poco lo anterior, hay también intentos de una modificación además, tras horizontes envolventes. Mencionan la celebración del Dí­a de la Familia, garante no se niega de movimientos antropológicos importantes, como quiera que sea, salta a la vista el núcleo fundamental de homenajear valores humanos indispensables con razón.

De una u otra forma las celebraciones en mención, con la denominación que lleven, quien propugna por darle ribetes mayúsculos al 14 de febrero resulta ser el comercio. A lo grande, o bien en pequeña escala, las ventas proliferan en dicha oportunidad, por cierto a precios distantes de la cantaleta, también estribillo de: «Me lo llevo…»