Un sismo de magnitud 7,6 sacudió ayer el este de las Filipinas y mató a una persona al desmoronarse una casa, además de dejar sin electricidad varias poblaciones y causar el pánico ante la posible llegada de un maremoto que acabó generando sólo olas de escasa importancia.
El sismo hizo que sonaran las alarmas de los automóviles y provocó que muchas personas huyeran a zonas más altas antes de que el Centro de Advertencias de Tsunami del Pacífico derogara todas las alarmas que había emitido para las Filipinas y países vecinos como Indonesia y Japón, así como otras islas del Pacífico hasta las Marianas del Norte.
Una casa se desmoronó en la ciudad meridional de Cagayán de Oro, en la isla de Mindanao, y provocó la muerte de una mujer de 54 años, además de herir a su nieto de 5 años, dijo el alcalde Vicente Emano.
El sismo generó solamente un pequeño maremoto en la parte oriental de las Filipinas, cerca de la ciudad de Legazpi y otra población cercana, dijo el Centro de Advertencias de Tsunami del Pacífico.
La alerta de tsunami hizo que muchos residentes se dirigieran a zonas altas del interior, especialmente en las montañas.
El sismo, con una magnitud preliminar de 7,6, se produjo a una profundidad de 34,9 kilómetros (21,7 millas) y estaba centrado a 106 kilómetros (66 millas) al este de la isla de Samar, dijo el Instituto Geológico de Estados Unidos.
El sismo dejó sin electricidad a varias aldeas y ciudades del centro y sur de las Filipinas, pero había sido restaurada en su mayor parte el viernes por la noche, según los equipos de rescate y funcionarios de la defensa civil.
El archipiélago de las Filipinas se encuentra en el «cinturón de fuego» del Pacífico en el que los sismos y la actividad volcánicas son frecuentes. Un sismo de magnitud 7,7 mató a casi 2.000 personas en la norteña isla de Luzón en 1990.