Plásticos, llantas, latas de cerveza o filtros de café son algunos de los materiales de los 32 «vestidos» del Trashion Fashion que la noche del jueves lucieron modelos costarricenses en la exclusiva Playa Tamarindo, para sensibilizar a la población sobre la necesidad de reciclar los desechos sólidos.
La norteamericana Kata Kis y la alemana Petra Beuthner, afincadas en este centro turístico habitado mayoritariamente por estadounidenses, fueron las encargadas de diseñar esta peculiar ropa y accesorios como gorros o bolsos.
«Se nota rápidamente que es material reciclado», señaló Kis, pero asegura que tiene público: «hay chicas vanguardistas que se lo ponen».
Claro, no todos los modelos fabricados con cuatro materiales básicos -papel, fibra, plástico y latas de aluminio- se pueden llevar a una fiesta.
Hay un par de ellos que «es imposible ponerse» y que fueron presentados sobre dos maniquíes en el desfile del Trashion Fashion, un juego de palabras que se basa en los términos «trash» (basura) y «fashion» (moda) en inglés.
Todo lo que han utilizado las dos diseñadoras, que cuentan con una tienda en Tamarindo, ha salido de la basura, la misma que los cerca de 4.000 habitantes de esta comunidad botan sin seleccionar donde pueden, a menudo, a los ríos o parajes naturales.
Con filtros de café confeccionaron un vestido de novia, con las bolsas en que viene el famoso café de Costa Rica diseñaron un espectacular modelo dorado, e incluso usaron los DVD.
También han hecho faldas con llantas de bicicleta y juguetes de piscina inflables, vestidos con las cajas de leche o con latas de cerveza o papel.
El objetivo de este desfile era «sensibilizar y sacar fondos para el comité Tamarindo Recicla», una asociación formada básicamente por extranjeros, como la bióloga estadounidense Cassie Rauser, afincados en este centro turístico en plena expansión y que han traído incorporada la cultura del reciclaje imbuída desde hace 20 ó 30 años en sus países de origen.
«Queremos que haya recogida de basura y centro de acopio», explicó Rauser a la AFP. «El manejo de los desechos sólidos es un problema y si recicláramos podríamos cortar la cantidad de basura por la mitad».
En Guanacaste, la provincia más turística de Costa Rica, país que paradójicamente vende al mundo un turismo ecológico basado en sus encantos naturales pero recicla sólo alrededor del 8% de los residuos domésticos, no hay un lugar donde recolectar la basura sólida ni donde almacenarla.
Desde hace seis meses, el comité Tamarindo Recicla va todos los sábados por las aldeas de la comunidad para pedirle a la gente desechos sólidos y enseñarles el lema de las tres «R»: «reducir, reutilizar y reciclar».
«La infraestructura es importante, pero más importante es la educación, sobre todo en la escuela», dice Rauser, directora de una empresa en Tamarindo.
Los residuos que recogen los envían a la capital para reciclarlos.
En Costa Rica, que produce cerca de 900.000 toneladas de desechos domésticos -cada habitante genera una media de 198 kg por año-, más del 60% de los residuos son depositados al aire libre, y menos del 15% en rellenos sanitarios.
A finales de 2007, la Contraloría criticó duramente al ministerio de Salud y del Ambiente (Minae), los responsables de los residuos sólidos, por la descoordinación y la falta de políticas, estrategias o directrices básicas que permitan una solución ni a corto ni a medio plazo.