Misteriosas predicciones (Parte I)


Luis Fernández Molina

Los primeros rayos del sol de la alborada disipan la oscuridad y evaporan la neblina. Nos enví­an un mensaje de esperanza por esa nueva jornada que amanece, pero también un dilema: ¿Qué va a pasar en ese dí­a? La permanente avidez de los seres humanos de escrutar el futuro, la desazón por contrarrestar esa incertidumbre. De allí­ se explica que envueltos en frí­a neblina de la húmeda fantasí­a se hayan desarrollado a lo largo de la historia una serie de visiones, maldiciones, vaticinios, profecí­as. Por cierto que el término «profecí­a» no es sinónimo de predicción. Profeta era la persona ungida que hablaba de parte de la Divinidad, su mensaje generalmente era de arrepentimiento y reflexión, de regresar a las sendas de Dios, de rechazar los malos caminos, etc. En ocasiones el profeta anticipaba alguna calamidad para que el pueblo se arrepintiera, o bien para acreditar su personerí­a pero anticipar hechos no era su principal cometido ni atribución. Derivado del griego «profétes» la palabra quiere decir «hablar en nombre de» en este caso, de Dios, como pregonero, enviado, pero no es sinónimo de adivino, visionario o futurólogo. Por lo tanto el término profecí­a no es técnicamente el más adecuado. En todo caso la gran mayorí­a de las así­ llamadas «profecí­as» son esotéricas, misteriosas y sobre todo difusas y que admiten múltiples interpretaciones. Valgan de ejemplo las llamadas profecí­as de Nostradamus; muchos descubren su mensaje pero cuando el hecho ya acaeció (¡ya lo habí­a anticipado Nostradamus!), pero no han servido sus famosos versos para prevenir nuevas situaciones. De ser así­, que para prepararnos nos compartan los expertos lo que descubren en sus famosos versos para acaecer en las próximas décadas. Dejando ello de lado, pero en medio de ese torbellino quiero destacar algunos anticipos históricos, bien documentados, que de alguna forma se cumplieron con una precisión que causa turbación y deja mucho que pensar. No se trata de meras fórmulas o declaración de intenciones. Son precisas hasta por los dí­as y mueven a pensar ¿qué conocimiento ignoto tení­an? En primer lugar la «profecí­a» de Tamerlán, quien era sobrino nieto del gran Gengis Khan; fue igualmente conquistador y tan sanguinario que hací­a ver a su célebre antepasado como un apacible director de secundaria. (Hizo desaparecer la ciudad de Merv, en una arremetida en la que se cree que masacraron entre medio a un millón de personas). A su muerte fue enterrado, siguiendo la tradición mongol, en incógnito lugar. Pero el 19 de junio de 1941 antropólogos dirigidos por Mikhail Gerasimov exhumaron su cuerpo; en el sitio aparecí­a una anotación en piedra que advertí­a que el dí­a que violentaran su tumba se desatarí­an los demonios de la guerra que habí­an de asolar el paí­s. Pues bien, exactamente tres dí­as después de su apertura se inició la invasión de Rusia por parte de Hitler, la Operación Barbarrosa. El demonio Nazi se ensañó sobre Rusia provocando la muerte de 27 millones de rusos.

Continuará…