Miserias y religión


Editorial_LH

La renuncia del Papa Benedicto XVI ha originado enorme conmoción no sólo entre los católicos del mundo sino también en esferas más mundanas, y conforme pasan los días se empieza a vislumbrar que el tema dará para ventilar públicamente muchos asuntos que reflejan las miserias humanas de las que la religión no se salva y que pululan en el mismo seno del Vaticano en medio de lo que debiera ser el paradigma de la fe, la devoción, el servicio a los semejantes y el compromiso con el bien y la verdad.


Pero hay que entender que hablar de las miserias de los hombres que forman un conglomerado como la Iglesia no se traduce en las miserias de la Iglesia porque en todo cuerpo social hay individuos que se comportan bien y otros que ceden a vicios o bajas pasiones. No cabe la menor duda que en la medida en que un grupo se maneja con más sentido de secreto, mayores los riesgos de que se cometan toda clase de abusos y ello quedó absolutamente demostrado con el manejo obtuso que durante años se hizo del tema de la pedofilia de algunos religiosos y que en vez de ventilarse para enfrentarlo y resolverlo, fue apañado irresponsablemente por la jerarquía, tanto en las parroquias como en las distintas diócesis y conferencias episcopales y en la misma entraña del Vaticano.
 
 Benedicto XVI, de quien muchos tenían la idea de que sería una especie de duro conservador dispuesto a mantener esas estructuras intactas, tuvo la valentía de romperlas y de pedir perdón a las víctimas, reconociendo la existencia de un grave problema en el seno mismo de la Iglesia. Pero se habla ahora de un informe de los cardenales que investigaron las filtraciones de informes secretos del Vaticano en el que se dijo que todo tiene que ver con violaciones al sexto y al séptimo mandamiento, es decir, que el sexo y la ambición económica han hecho presa de importantes sectores de la conducción de la Iglesia y algunos piensan que la contundencia de ese informe precipitó la decisión papal de poner fin a su pontificado.
 
 Es importante destacar, sin embargo, que el mal comportamiento de un cura o religioso es noticia, mientras que el trabajo fiel, constante, dedicado, honesto y respetuoso, además de amoroso en el sentido más puro del término, de miles de sacerdotes y servidores de Dios no constituye noticia porque no es nada que se considere extraordinario. Pero hay miles y miles de servidores de Dios que no han cedido a las miserias humanas y que sufren, como muchos fieles, al ver que la corrupción tan extendida por el mundo no respetó a la Iglesia que tendrá que vivir su propia catarsis de sanación y depuración.

Minutero
Cuando el río suena tanto
debiera ser motivo de espanto;
se nos hace que Petén
ya se volvió un retén