Ante la crisis que hay en el sistema de salud, que en realidad hay que ver como un colapso porque el concepto de crisis es la agudización de problemas y en este caso se trata de la recurrencia de falta de abastecimiento y de insumos, tenemos que reflexionar sobre las causas y entender que todo gira alrededor del negocio. En otras palabras, el Ministerio se ha convertido en el pivote, alrededor del cual giran el IGSS y el Ejército, en la compra sucia y corrupta de medicamentos, tema que es a la larga el único que importa porque es para lo que llegan los ministros, es decir, a ser comparsas en el constante y permanente robo.
La salud pública es irrelevante para los funcionarios porque el giro de sus intereses está por otro lado. El accidente en la ruta a Champerico la semana pasada desnudó que los golpeados no pudieron recibir atención porque, aun seriamente heridos, fueron enviados a su casa con una receta para que ellos se encargaran de comprar la medicina. Si eso pasa con pacientes de traumatismos, qué puede esperar quien sufre una enfermedad común que no es “crítica”, pero que requiere atención permanente y constante.
El gobierno del general Pérez Molina no debe únicamente nombrar nuevo ministro de Salud Pública sino definir el rol del Ministerio para que deje de ser la oficina encargada del negocio de los fabricantes y distribuidores de medicina mediante esa aberración que es el contrato abierto, fuente de corrupción en todo el sector público, pero que ha sido elevado a la excelencia como instrumento del trinquete en el caso de la adquisición de medicamentos.
¿Cómo no va a haber un colapso en el sistema de salud si los funcionarios llegan con la misión de facilitar la compra de medicamentos? Pérez Molina sabe perfectamente que esa ha sido la tónica y lo vivió cuando fue jefe de Estado Mayor Presidencial y lo vive ahora como Presidente de la República. La renuncia de Arredondo es fundamental para sacudir la institucionalidad y atacar el fondo del problema, puesto que se trata de una posición a la que el que no llega a robar tiene que irse más corriendo que andando porque allí no hay nada más que hacer que dedicarse a los trinquetes. La naturaleza misma del trabajo así lo ha impuesto.
Los médicos no son necesariamente los mejores expertos en salud pública porque no es lo mismo atender un consultorio que el diseño de políticas para toda la población, ni son necesariamente los mejores administradores. Y Arredondo es la muestra de que los médicos con prestigio no tienen cabida en el centro de operaciones de la compra de medicamentos.
Minutero:
El tema de la salud
quedó totalmente enterrado
debajo de todo el alud
de tanto negocio pactado