Ministerio de Fideicomisos


Hay que reconocer que el invento no fue de las actuales autoridades, pero definitivamente que le han sabido sacar raja a la movida, toda vez que el Estado de Guatemala esconde en fideicomisos una parte muy importante del gasto público para evitar la posibilidad de una fiscalización efectiva de la forma en que se gasta el dinero de los contribuyentes. Y de esa cuenta el Ministerio de Finanzas más opera como Ministerio de Fideicomisos porque su función es proveer los fondos para que mediante esa argucia legal se encubran las operaciones financieras del sector público.


Un administrador eficiente del gasto tiene que esmerarse en asegurar la transparencia, sabiendo que en la medida en que la gente perciba honestidad y la pueda comprobar, irán venciendo las más persistentes resistencias a mejorar la recaudación fiscal. El socorrido argumento de que no hay que pagar impuestos porque los mismos sirven para que se los roben los funcionarios públicos se nutre de las malas prácticas como la de constituir oscuros fideicomisos y eso lo sabe perfectamente quien como eterno consultor en materia fiscal ahora tiene la responsabilidad de dirigir las finanzas del paí­s. Ninguna práctica que encubra u oculte el manejo de los fondos públicos debiera ser avalada por quienes se consideran honestos porque tienen que saber que están facilitando a los administradores de los fondos comprometidos en fideicomisos que hagan micos y pericos, literalmente hablando, toda vez que no hay forma de escudriñar en la forma en que los manejan. El secreto bancario y la complicidad manifiesta y descarada de las autoridades encargadas de la supervisión del sistema financiero son la más absoluta certeza de que aun los robos más descarados y burdos quedarán cubiertos por ese manto misterioso. Por supuesto que cuando alguien dice en la prensa que mantener los fideicomisos es apañar la corrupción a sabiendas, las autoridades de finanzas reaccionan diciendo que hay mala fe en el señalamiento, pero es que no tienen defensa ni excusa porque no son ni siquiera tontos útiles, sino que son fieles ejecutores de órdenes e instrucciones que buscan la depredación de los recursos públicos. Quien crea que funcionarios que tuvieron larga experiencia como consultores en materia fiscal no entienden exactamente lo que son los fideicomisos y para qué los usan, tienen que ser verdaderamente ingenuos. Si algo no se puede decir de las actuales autoridades de Finanzas es que sean inexpertas o que alguien las esté engañando. Saben, perfectamente, lo que está ocurriendo y por ello al final de cuentas son verdaderos cómplices en ese saqueo que a través del oscuro mecanismo de los fideicomisos se hace en el paí­s.