Mí­nimas acotaciones antes de ir a votar


Roberto Gálvez De la Rosa

A guisa de viñeta en el contexto de la cita electoral que se avecina, convocatoria que esta vez se antoja más y más afrentosa a la modesta inteligencia del ciudadano promedio en razón de los desmanes y tretas que impúdicamente esgrimen en su propaganda los eternos farsantes y mercaderes de la polí­tica socarrona que sufrimos, todo por perpetuar sus mezquinos intereses, sea oportuna -virtualmente imprescindible- una sucinta pero objetiva consideración de aquellos rasgos que por analogí­a los retratan tal cual son, al despojárseles del falaz y engañoso ropaje que astutamente exhiben ante propios y extraños para captar el voto del confiado y honesto ciudadano.

Oteando el espectro polí­tico en el ámbito referido a los presidenciables, por sus caracterí­sticas realmente Sui géneris encontramos el prospecto representativo del partido oficial, revestido del mimetismo propio del polí­tico bisoño embriagado de lisonjas por los aduladores clásicos de siempre.

¡Vaya! cuan distinto era aquel aspirante a la Alcaldí­a Metropolitana que hace cuatro años escribí­a y criticaba «SIN TAPUJOS», al candidato que hoy por hoy nos ofrece cotidiana cátedra de «DEMAGOGIA SIN TAPUJOS».

Patrocinado por la amorfa y desprestigiada amalgama de corrientes aglutinadas en la «Gana», a falta de genuinos y convincentes argumentos de significación y valor, circunscribe su campaña al trillado y tedioso slogan de que «los buenos somos más». ¿Más qué? ¿Más tarados?

En rigor de verdad y en tan elocuentes circunstancias, un candidato así­, sólo puede ofrecer lo mismo de lo mismo, esto es: BAZOFIA. ¿Qué insensato podrá querer seguir debatiéndose en la miseria de valores, improbidad y mezquindad que hemos venido sufriendo bajo la férula del gobierno de la Gana?

Se tendrí­a que ser muy cándido para pensar o creer que el vasto andamiaje de la impune y corrupta estructura gobernante inmersa en toda suerte de abusos y excesos cuyos escándalos SIN PRECEDENTES han transcendido allende nuestras fronteras, vaya a redimirse o desaparecer como por encanto al conjuro de sentidos discursos o frases de un candidato que, tan sólo viene a ser el señuelo del que se valen las huestes del régimen para asegurarse una nefasta continuidad en el poder.

Y si en los presidenciables el horizonte luce inhóspito, desierto, lleno de abrojos y carencias sin verdaderos estadistas capaces de preconizar un futuro halagí¼eño en todos los órdenes para el paí­s, sin ataduras ni compromisos ideológicos o partidistas que obnubilan, en la elección de autoridades edilicias NO andamos mejor, habida cuenta de la insaciable ambición de quienes cual oprobiosas dictaduras «detentan» con sus «equipos de trabajo» el control de los ayuntamientos que consideran botí­n o feudos donde «sientan sus reales» y los usufructúan a su antojo. Casi con criterio dinástico instauran dictaduras de partido. Para nuestro infortunio, «el principio de la alternabilidad y no reelección» consagrado en el artí­culo 136 de nuestra Carta Magna, no tiene aplicación para el Gobierno Municipal en el paí­s.

El arrogante y egocéntrico Jefe de la Comuna capitalina, digno émulo de Joseph Goebbels de la época hitleriana, con el desparpajo y parsimonia que le son caracterí­sticos, gusta de filosofar acerca del ánimo o ardor con que deban realizarse las tareas u obras que se acometan en la vida y aunque son meras perogrulladas -el lo sabe- seguramente desearí­a que fueran acuñadas como genialidades. En lo que SI es un genio es en la DEMAGOGIA. Indistintamente asiste a festejos familiares o velatorios en humildes hogares de los suburbios y cual consumado «Actor», según sea conveniente, se muestra alborozado o conturbado. ¡Vaya cuanta maña para sorprender incautos! Y… ¿qué decir de las veredas de encaminamiento en los frágiles asentamientos? En plena era tecnológica entonces, contemplamos a un funcionario asido vehementemente al cargo que detenta y no desea se le escape por motivo alguno. Con inaudita tozudez y secundado por su «equipo de trabajo», acude a toda clase de artificios demagógicos para prolongar su mandato que quisiera fuera vitalicio.

Senecente pero taimado, aun y cuando en materia polí­tica todo cuanto nos ataña es tan sólo competencia de nosotros los guatemaltecos, ha comprometido la opinión de diplomáticos acreditados acá y hasta ha traí­do personajes estrafalarios que con todo descaro, sin asidero racional o cientí­fico han declarado que la jardinización viene a disuadir a rufianes y criminales de seguir cometiendo fechorí­as. ¡Vaya esto también está bueno para Ripley!

No debemos continuar siendo desaprensivos masoquistas; si bien los incondicionales, «tontos útiles» como decí­an antes menudean por doquier, quienes podemos pensar y discernir, emitamos un sufragio consciente y responsable para cambiar la vergonzosa situación a que nos han llevado.

Es imposible subestimar o ignorar el caótico daño que su gestión ha venido a causar en todos los ordenes; el tráfico ligero y pesado de vehí­culos, restricciones en el tránsito que incluso paralizan en sus residencias a propietarios de vehí­culos para privilegiar la movilidad de esa «Faraónica» creación del Transmetro, los abusos de EMPAGUA, las denigrantes y agobiantes colas para pagar arbitrios, la injustificable negativa a que se reemplacen las lámparas agotadas (quemadas) en los barrios citadinos, etcétera.

Quiera el cielo librarnos de la maldición que entraña la presencia de funestos personajes como este que causan tanto daño en puestos de poder.