Minero rescatado preferirí­a volver a mina


Una señora posa para la foto frente a la cápsula Fénix II, utilizada para el rescate de los mineros el pasado 12 y 13 de octubre. FOTO LA HORA: AFP Jorge AMENGUAL

Una semana después de ser rescatados del fondo de una mina en Chile, los 33 mineros viven aún los ecos de la mediatizada experiencia, pero algunos comienzan a quejarse por la sobreexposición e incluso uno de ellos señaló que estaba mejor dentro del yacimiento donde estuvo encerrado por 69 dí­as.


«A veces pienso que estaba mucho mejor dentro de la mina, porque toda esta situación me tiene muy nervioso y no puedo dormir bien», declaró el minero Omar Reygadas, de 56 años, al diario El Mercurio, demostrando su hastí­o por el frenesí­ mediático que se ha generado tras su rescate.

Medios de prensa de todo el mundo cubrieron en vivo el exitoso operativo de rescate que terminó el miércoles de la semana pasada al cabo de 22 horas y una vez que finalizó se volcaron sobre ellos, ávidos por conocer de primera fuente cómo fueron esos 69 dí­as de encierro.

De vivir en un ambiente protegido al interior de la mina San José -comparado con el útero materno-, los mineros pasaron entonces a experimentar los rigores de la fama, con cientos de cámaras de televisión apuntando constantemente sobre ellos y poco espacio para descansar, como les recomendaron los sicólogos que los trataron.

Si bien hay algunos que parecen gozar con el momento, muchos ya se declaran cansados del asedio.

«Estoy super cansado por el asedio de la prensa, los compromisos con las autoridades, los viajes. Esperemos que esto pase pronto y se calme todo», señaló el minero Mario Gómez, el mayor del grupo de 63 años.

«El acoso de la prensa nacional y extranjera ha sido bastante extensa. Sólo soy un minero. Esto de la fama no es para mí­. Por favor ayúdenme», declaró de su lado el minero Mario Sepúlveda, el más histriónico de sus compañeros y el segundo en salir del yacimiento.

Sepúlveda dio una entrevista exclusiva al canal ABC de Estados Unidos, mientras que Reygadas fue la figura principal de un programa estelar de la Televisión Nacional de Chile junto a Mario Gómez.

Cuatro mineros -Ariel Ticona, Ví­ctor Segovia, Esteban Rojas y Pablo Rojas-, viajaron a España para participar este jueves de un programa especial de la cadena privada Antena 3, con una duración de más de cuatro horas.

Todos además asistieron la noche del martes un fiesta organizada por un excéntrico empresario minero, que antes de ser rescatados les donó a cada uno un cheque por 10.000 dólares y en la celebración les obsequió a todos una moto.

La evidente falta de espacio para descansar preocupa a los especialistas.

«Lo que más ha afectado a los mineros es la falta de descanso. Se les habí­a pedido que tuvieran un régimen especial por al menos 15 dí­as pero por esta cosa mediática no han tenido este espacio», explicó a la AFP el sicólogo Alberto Iturra, jefe del equipo de apoyo a los mineros rescatados.

«Necesitan descansar y nosotros los vamos a acompañar todo el tiempo que sea necesario», agregó el experto, sobre las terapias que requieran los mineros para superar primero el trauma del encierro y luego enfrentarse de golpe a una nueva realidad.

La súbita fama de los mineros era previsible, al igual que el deseo de alguno de ellos por volver a la mina San José, según Iturra.

«Lo anunciamos en algunas consideraciones previas. Es natural que después de que pasen cinco o seis dí­as comiencen a echarse de menos entre ellos y extrañar la mina, donde habí­a mucho más paz y tení­an control del espacio», explicó el sicólogo.

Pero en uno o dos meses, su vida debiera retornar a la normalidad.

«Es una ilusión pensar que esto les va a cambiar la vida. Dentro de un mes o dos meses, muchos van a estar pensando en volver al trabajo de minero», concluyó el experto.

ECUADOR Seis dí­as de agoní­a


Padres, madres y esposas de los mineros ecuatorianos íngel Vera y Pedro Mendoza sufrieron seis dí­as de pena y de dormir en improvisados dormitorios para ser informados ayer que sus familiares habí­an muerto en un socavón a 150 metros de profundidad.

«Â¡Ay Dios mí­o! ¿Por qué?», fue el grito hiriente que una mujer lanzó al conocer que Vera falleció a causa del derrumbe en una galerí­a del yacimiento aurí­fero Casa Negra, en Portovelo, 405 km al sur de Quito y cerca de la frontera con Perú.

íngel (29 años) era uno de los cuatro obreros que quedaron atrapados el viernes pasado por el derrumbe de toneladas de lodo y tierra en el interior de la mina, la más antigua en ser explotada industrialmente en Ecuador, desde finales del siglo XIX.

El minero era hermano de Walter Vera, el jefe del grupo que murió aplastado por el derrumbe junto al obrero peruano Paúl Aguirre (21), cuyos cuerpos habí­an sido rescatados el sábado pasado.

Con sus manos juntas como pidiendo perdón y mirando al cielo, la madre de íngel preguntaba una y otra vez «Â¿Por qué, por qué?», sin recibir respuesta de la gente, que lloraba en forma inconsolable al conocer que los socorristas habí­an encontrado su cadáver en un sitio de la mina en el que sobrevivió inicialmente junto a Mendoza.

Ambos se habí­an salvado del derrumbe porque realizaban trabajos por encima del túnel que se desmoronó.

La familia de Mendoza vivió una situación similar cuando uno de los mineros que realizaba tareas de rescate salió de la galerí­a para informar que habí­an localizado muertos a sus compañeros, quienes habrí­an fallecido por falta de oxí­geno.

«Vivimos momentos muy duros. A medida que pasa el tiempo aumenta la desesperación y la angustia porque no hay nada alentador», habí­a dicho a la AFP en la mañana Pedro Mendoza, tí­o del minero atrapado del mismo nombre.

En la noche, su rostro se desencajó. «Los padres de íngel están devastados, la madre mal de salud, ojalá no empeore», indicó.

Mientras íngel Vera (tres hijos) trabajaba desde hace años para la empresa Minesadco, propietaria de la mina, Mendoza apenas habí­a cumplido un mes de tareas.

Walter era un veterano en la compañí­a y dejó tres hijos, el último de 26 dí­as de nacido.

Giorge Ramí­rez, lí­der de la cuadrilla que luchó contra el tiempo en el rescate, fue quien despejó el acceso al lugar donde estaban los cuerpos de íngel y Mendoza. «Estaban con sus cascos puestos y sin ropa, tal vez por el calor que hace», de más de 40 grados centí­grados dentro del socavón, señaló.

«Estaban fresquitos (recién fallecidos)», añadió Ramí­rez.

El martes, el técnico César López habí­a advertido que los atrapados tení­an oxí­geno hasta este miércoles, con lo cual encendió el alerta en autoridades gubernamentales y representantes de la minera Minesadco, quienes aún tení­an esperanzas de encontrarlos vivos.

«Es que es bien caliente abajo (en la mina) y falta el aire, además fueron seis dí­as», precisó Ramí­rez.

Para dar pistas de su paradero, los mineros atrapados habí­an dejado algunas señales: Las linternas con baterí­a para unas doce horas que estaban descargadas y atadas entre sí­, y colocadas dentro de una bota.

«No pudimos llegar a tiempo», expresó un minero que participó en la localización de los cuerpos, mientras su voz se le entrecortaba y los ojos se le humedecí­an.

Tres mineros se desmayaron en el momento en que los cadáveres eran evacuados hacia el exterior del yacimiento.

Acongojado, el viceministro de Hidrocarburos, Carlos Pareja, dijo a la AFP que «lamentablemente las labores de rescate culminaron con un saldo trágico. A los cuatro mineros los encontramos muertos», precisó.

«Nos faltó un poquito de tiempo», señaló Pareja, quien permaneció en la mina Casa Negra desde el viernes pasado, dí­a del accidente.

Pareja anotó que el presidente Rafael Correa quedó «destrozado» tras conocer la noticia. Horas antes, Correa habí­a visitado el yacimiento para solidarizarse con los familiares de los mineros.

El accidente minero de Portovelo, una rica zona aurí­fera de la frontera ecuatoriana con Perú, se produjo tras el exitoso rescate hace una semana de 33 mineros que habí­an quedado sepultados desde el 5 de agosto a más de 600 metros de profundidad en el yacimiento chileno San José, en el desierto de Atacama.