Millones de fumadores mueren de cáncer a nivel mundial


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Todos los vicios que se conocen son nocivos para la salud, en lo social y en toda forma respecto de los seres humanos, algunos más, algunos menos, pero indiscutiblemente nocivos todos.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


Entre los malos hábitos está el consumo excesivo  y no excesivo de drogas, de licores y de productos elaborados con tabaco. Nosotros, valga hacer notar, no sabemos si fumar es un placer o un padecer, pues jamás hemos fumado un cigarrillo, mucho menos puros.

    Nuestro tema especial de hoy, enfocado en este espacio de LA HORA, es el que versa sobre el consumo de cigarrillos y puros, por buenos y afamados habanos que éstos sean…

    Hay personajes que se exhiben con luengos puros habanos en la boca como si eso fuera un preciado distintivo de su personalidad…

    Los viciosos que abusan del consumo de los cigarrillos y puros-impuros contaminan  los ambientes donde se convierten en “chimeneas” móviles muy asfixiantes.

    Está comprobado que la gente que vive echando humo puede, en cualquier momento,  tarde o temprano, contraer fatalmente cáncer, por lo regular pulmonar o gutural. Su organismo, tan seriamente afectado de esa manera, queda expuesto a un doloroso padecimiento y costoso tratamiento hasta el final; es decir, fatalmente hasta la muerte. Ese mal, de “moda” en estos tempestuosos tiempos, no tiene cura, únicamente un alivio relativo.      A escala mundial, son decenas de millones de personas las que mueren a causa del uso con derroche de abuso de los cigarrillos y puros, considerados por lo general, impuros. Y no se crea que son sólo jóvenes y adultos los que tienen el hábito de fumar. ¡No, qué bah! También hay niños que imitan, en relación con el vicio, a los mayores, incluso fuman sin respetar a sus padres en los hogares. ¡Y que viva el libertinaje!…

     A muchí­simas personas les repugna el mal aliento de los fumadores y, lógicamente, a la vez, el repelente olor del tabaco, al punto que pueden apartarse para no soportar lo que ocurre. Tanto es así­ que no todas las enamoradas son tolerantes con los amartelados…
    
     Se dice que resulta muy difí­cil despedirse del vicio a los que se dejaron atrapar en sus garras, por lo que quienes no se han visto aprisionados por los productos elaborados con tabaco deben felicitarse por no estar como engrilletados… Habrí­a que realizar una campaña orientada a disuadir a tirios y troyanos de prendarse de los cigarrillos o de los puros de la impureza. ¡Habrá que hacerles ver que no conviene quemar los billetes dejando vací­os en casa, como aconsejan nuestros progenitores y los abuelos de mucha experiencia!
    
    Es un secreto a voces que los educadores “echan humo” en las aulas de los planteles educativos ante los educandos, lo cual, asimismo, es abuso e irrespeto indiscutiblemente. Merecen ser bendecidos con un rapapolvo.

    En Centroamérica y en el resto de la América Latina se están adoptando medidas para dar solución -o alguna solución- al vicio tabaquero…, pero puede ocurrir que los fumadores sean tan reacios como para desoí­r las prédicas de quienes advierten, con base en la realidad, sobre la nocividad de fumar.

     Ya se ha prohibido que se fume donde hay personas que son alérgicas al humo contaminante de los cigarrillos y de los puros, más los viciosos no dejan de provocar la contaminación en los ambientes. ¡Qué terquedad!
    
Hay quienes dicen que el vicio del tabaco es menos perjudicial que el de la “alegrí­a embotellada”. Bueno…, eso es discutible. Pensemos en el tabaquismo, cuyo sinónimo es nicotismo. Todos los vicios, vicios son, y nada benignos. 

    Lo aconsejable y procedente, para ir haciendo frente a la marejada de toda clase de vicios, es la educación. La educación, recalcamos. Porque es en los manantiales del saber, después de los hogares, donde hay que hacer luz en las mentes de los infantes, de los adolescentes, de los jóvenes y aun de muchos adultos, a fin de que no trajinen en los oscuros extraví­os que pueden orillarlos al despeñadero. En nuestra pobre Guatemala están muriendo cada año no menos de cinco mil o de seis mil personas de diversas edades.

     Y ¿qué dicen los fumadores que pareen andar del brazo con los fumigadores?