Los gerifaltes politiqueros del Congreso de la República vienen sufriendo rigores de tremenda tempestad y no extienden el paraguas.
Ese parlamentario recinto, con ruidos de carraca, se ha venido desprestigiando más y más en las últimas jornadas constitucionales, gracias a las desgracias de los abusos y a la incapacidad de la gran mayoría de los «curuleros» de legislar en beneficio del Estado y de la población.
La escandalada que se produjo recientemente por haberse llevado a París, Francia, la friolera de más de cien mil quetzales unos diputados para asistir (¿…?) a un evento internacional «fantasma», ha motivado más desprestigio al Organismo Legislativo; empero, no escarmientan, no cesan de cometer abusos los que disponen los actos graciosos para sus compañeros de ruta en los vericuetos de la politiquería partidista. Así andan las cosas en el sombrío caserón de la novena avenida, que nos da la idea de perros y gatos metidos en un costal, amén de los gusanos de muerto…
En el presupuesto nacional del próximo ejercicio fiscal aparece la partida de casi cinco millones de quetzales (otra bicoca) que ha sido destinada en el Congreso para costear a costillas de un pueblo collonamente aguantador los viajes como de placer, como de turistas acaudalados, de los diputados que gozan de la privanza de los pingorotudos que mangonean en el cuerpo directivo.
Ya es hora, en pleno anochecer, de que los políticos o politiqueros que inundan el hemiciclo de la famosa Legislatura (nada menos son 158 que sangran al erario), rectifiquen su comportamiento antes de que un pueblo enardecido los saque como a sombrerazos o a puntapiés, porque evidentemente hay mucho, pero realmente mucho descontento que se ha generalizado desde hace rato en el país.
Ya se sabe que el Congreso se traga centenares de millones de quetzales cada año. Los diputados y diputadas perciben (no necesariamente devengan) sueldos estratosféricos y aprovechen otras «gangas» de tipo económico; tanto es así que cuando se realizan las campañas electorales se entregan como cacareando a derrochar demagogia ante la masa empobrecida y a lanzar andanadas por aquí y por allá contra los poderosos con propósitos reeleccionistas o continuistas a lo Ponce Vaides. Pero a lo mejor el pueblo le dirá en el próximo jaleo (en las urnas) que ¡NO!, ¡que no pasarán!…
Las millonadas asignadas en el presupuesto para los «tours» de los zánganos de la colmena deberían o deben tener mejor destino a favor de un pueblo con hambre y en harapos, pues es un hecho real, innegable, que ¡en el seno de la sociedad hay dolor, miseria y tragedia!