Millares de niños emigrantes y deportados


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Los connacionales se encuentran sumidos en la tristeza, amargura y desesperación, debido al suceso consistente, equivalente a la deshumanización vigente de millares de niños que decidieron emigrar al norte de Estados Unidos de América. Por sí y ante sí, sin compañía familiar, pero en manos de los Coyotes, desventurados que ahora tienen más y más gananciales.

Juan de Dios Rojas


El hecho provoca infinidad de criterios, rayanos en una avalancha de desdichas. Respecto directamente cuál ha sido el o los motivos que indujeron a los infantes, en su mayoría, a protagonizar semejante aventura, con el riesgo inminente de perder la vida en cuyo trayecto abundan anomalías, al margen de la Ley. Acaso malos tratos en el propio hogar y malas compañías.

Sabido de sobra todos conocen restantes causas que afrontan los niños y adolescentes, en un rosario de penalidades por la notoria falta de dinero. Ahora más que antes el caso generalizado de escasez evidente de dinero, siquiera para medio pasar día a día. Los precios cotidianamente son disparados en menoscabo de su pobre economía, ante la indiferencia del Gobierno.

La falta de educación escolar, como derivado de edificios en pésimas condiciones; muchas veces sin personal docente completo, concluye en que la deserción alcance volúmenes exagerados. Porque ellos mismos se hacen la pregunta obligada de ¿Para qué sirve la escuela? Salir de la Primaria les basta sobre todo a los padres de familia numerosa, lo siguiente, nada de nada.

A lo anterior también se añade el hecho inocultable que las fuentes de trabajo brillan por su ausencia. En tales condiciones, recurren, o los obligan sus amigos o conocidos, a ingresar al bajo mundo de la delincuencia seguida del sicariato, o a lo mejor tienen la coyuntura de convertirse en extorsionistas, reñidos con la ley y en poder de sentar plaza en cárcel de menores.

Siempre al ambiente hostil que rodea bajo, inclusive sin fin de limitaciones y las nuevas generaciones de connacionales andan en apuros de grueso calibre, y de ajuste ante la inseguridad prevaleciente que marcha a pasos agigantados, perciben y lo llevan en su carcaj de experiencias iniciales, que no ven ni remotamente oportunidades y por ende deciden por eso emigrar al norte.

Forzosamente en su odisea los infantes viajando solos en la búsqueda de sus padres en algún lugar «soñado» del territorio norteamericano, por fuerza caen en manos de los funestos «coyotes» en la anchurosa vía del enriquecimiento. Tales sujetos, auténticos malandrines los explotan a más y mejor, finalmente los entregan a la policía de migración, sujetos crueles también.

Veo en el curso de la aventura mencionada un tema, me parece oscuro, que existe ni más ni menos en tal cuestión. Si los malignos «coyotes» cobran una cantidad hasta de Q96,000 por cada niño, de dónde sale tan considerable suma de dinero, cuando hoy en día todos nos quejamos con razón de andar en una situación de verdad calamitosa, respecto al dinero en vía de escape.