Militares y partidos realizan reunión de crisis


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Decenas de miles de manifestantes llenaron hoy la Plaza Tahrir en El Cairo en respuesta al llamado para que un millón de personas intensificaran la presión sobre los lí­deres militares de Egipto con el fin de que entreguen el poder a un gobierno civil.

Por BEN HUBBARD EL CAIRO / Agencia AP

Mientras tanto, el consejo militar gobernante sostuvo conversaciones con los diversos partidos polí­ticos encaminadas a intentar desactivar las crecientes exhortaciones para una «segunda revolución».

Se esperaba que el jefe de Estado militar, el mariscal de campo Hussein Tantawi, se dirigiera a la nación de un momento a otro en momentos en que las protestas en El Cairo y otras ciudades importantes continuaban por cuarto dí­a.

Las fuerzas de seguridad se mantuvieron fuera de la Plaza Tahrir para tratar de disminuir la tensión, pero hubo enfrentamientos en las calles aledañas a la plaza, el epicentro de la sublevación que derrocó al presidente Hosni Mubarak en febrero.

La nueva oleada de protestas y violencia en todo el paí­s ha dejado 29 muertos y ha sumido en el caos a la polí­tica egipcia menos de una semana antes de que comenzaran las elecciones parlamentarias. Para volver aún más confusa la situación, el gobierno civil respaldado por los militares presentó el lunes su renuncia en masa en respuesta a las protestas populares.

En un indicio de que se le dificulta responder al cambiante panorama, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas —el cuerpo militar que gobierna el paí­s— aún no habí­a respondido el martes al anuncio de renuncia. Los generales del consejo se reunieron con lí­deres de las diversas facciones polí­ticas, aparentemente en un intento por encontrar un gobierno de reemplazo.

Pero los militares tienen pocas opciones. Los manifestantes exigen que entreguen el poder, o cuando menos establezcan una fecha en un futuro muy cercano para hacerlo. Si eso no ocurre, es improbable que lí­deres polí­ticos civiles se unan al nuevo gobierno por temor a ser considerados tí­teres de los generales, como consideran muchos al gabinete actual.

GABINETE
Renuncia en bloque


El gabinete de Egipto ofreció su renuncia ayer, tratando de frenar una crisis en momentos en que miles de manifestantes chocaban con fuerzas de seguridad en la céntrica plaza Tahrir por tercer dí­a consecutivo, el desafí­o más grande hasta ahora al poder de las fuerzas armadas.

El ministerio de Salud y un médico en un improvisado hospital de campo situado en la plaza dijeron que al menos 26 personas han muerto y 1.750 han resultado heridas en la más reciente ola de violencia, mientras los activistas buscan llenar las calles para una «segunda revolución» con el objetivo de forzar la salida de los generales que no han logrado estabilizar al paí­s, salvar la economí­a ni traer la democracia. El ministerio no especificó si los muertos o heridos eran manifestantes, o si estas cifras incluí­an policí­as o soldados del ejército.

La muchedumbre en Tahrir, que creció a más de 30.000 personas al caer la noche, estalló en ví­tores al conocerse el anuncio, coreando «Â¡Dios es grande!», pero no habí­a indicios de que la concesión fuese a persuadirlos de dejar de protestar sino hasta que los militares prometan entregar el poder a un gobierno civil.

Con un trasfondo de tambores, los manifestantes muy pronto reanudaron sus lemas de «El pueblo quiere la salida del mariscal de campo», aludiendo al mariscal Hussein Tantawi, jefe del consejo de generales que ha gobernado Egipto desde la caí­da el 11 de febrero del autoritario presidente Hosni Mubarak.

El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas no dijo hasta ahora si iba a aceptar la renuncia del gabinete.

La furia popular, no obstante, se ha centrado en los generales, a quienes muchos acusan de comportarse de forma tan abusiva como el régimen de Mubarak y de tratar de mantener su control del poder.

Los manifestantes en Tahrir y otras partes del paí­s de 85 millones de habitantes han forzado a la junta militar gobernante y al gabinete a ceder en dos concesiones, pero ninguna fue lo suficientemente significativa como para que regresaran a casa.

El consejo emitió una ley que prohí­be que cualquier persona acusada de corrupción pueda competir por un cargo público o tener algún puesto en el gobierno, una acción que es probable que impida a los altos miembros del régimen de Mubarak regresar al gobierno.

Horas después, el gabinete del primer ministro Sharaf presentó su renuncia, algo que era ampliamente esperado dada la ineficiencia que se percibí­a del gobierno y su casi completa subordinación a los militares.

Los choques se producen cuando falta apenas una semana para que Egipto inicie importantes elecciones parlamentarias, que muchos esperaban fuese un hito en la transición a la democracia. En lugar de ello, el proceso se ha visto ensombrecido por el enfrentamiento con los militares.

Los militares han cambiado la fecha para la transferencia del poder para fines de 2012 o inicios de 2013, pero los manifestantes desean que anuncien una fecha precisa.