Miles de peregrinos visitan al Padre Pí­o


El cuerpo de San Pí­o se venera en un ataúd de cristal en la cripta de la Iglesia de Santa Marí­a de Gracia en en la región Apulia, Italia.

Padre Pí­o, el popular santo italiano «de las estigmas», congregó a miles de devotos hoy pero no logró el milagro de colmar el pueblo de San Giovanni Rotondo, en el sur de Italia, con ocasión del primer dí­a de la exposición de sus restos.


Muchos devotos del santo, fallecido hace 40 años y canonizado en 2002 por Juan Pablo II, evitaron la iglesia local por temor de que estuviera llena hasta los topes y no poder tener acceso a la cripta con los despojos del santo.

Pese a ello, miles de personas, provenientes de toda Italia, se congregaron en la plazoleta de la ultramoderna iglesia de «San Pí­o di Pietralcina», construida en honor del santo, para asistir a la misa celebrada por el enviado del Papa, el cardenal portugués José Saravaiva Martins.

Unas 15 mil personas asistieron, lejos de las 50 mil esperadas, según el servicio de prensa de la comunidad de religiosos capuchinos, encargados de mantener la memoria viva del «hermano» fallecido en 1968.

Los fieles hubieran podido entrar todos en el inmenso templo con forma de concha construido por el célebre arquitecto Renzo Piano, inaugurado en 2004 y casi en desuso, ya que es considerado demasiado suntuoso por los seguidores del santo.

El rechazo al nuevo templo obligó a las autoridades a exponer los despojos de Padre Pí­o en la iglesia de Santa Marí­a de las Gracias, en donde el santo fue enterrado.

Expuesto dentro de un ataúd de cristal a prueba de balas, Padre Pí­o aparece con el rostro cubierto por una máscara de silicona debido al deterioro que sufrió con el tiempo.

El anuncio de la exhibición de los restos del popular religioso movilizó a los monjes y comerciantes del San Giovanni Rotondo, convertida en una suerte de santuario.

La exhumación, el pasado 3 de marzo, de los restos mortales del monje capuchino desató una avalancha de reservaciones en la ciudad sureña para los próximos meses, unas 750 mil, según los capuchinos.

Sin reservación va a ser imposible acercarse al féretro, aún si se está dispuesto a hacer largas filas.

Los numerosos hoteles del pueblo están también llenos por varios meses, según aseguró Stefano Campanella, portavoz del comité organizador.

Maurizio Proietti, de 56 años, llegó hoy de Roma con su esposa Olga, pese a que no tiene reservación: «Es muy importante para mí­», confesó.

«Padre Pí­o nos salvó de un accidente en automóvil hace 28 años, cuando nuestro hijo tení­a tres años. Alguien nos acababa de regalar una imagen suya y por ello nos salvamos», contó.

La foto del padre capuchino adorna miles de tiendas, automóviles, habitaciones y taxis de Italia.

La fama del religioso, llamado el «capuchino de las estigmas», nacido en 1887 cerca de Nápoles, creció con los años pese a que las autoridades de entonces, e inclusive el papa Pablo VI, no apreciaban esas formas de devoción popular.

El monje presentaba desde la edad de 23 años unas heridas incurables en las manos parecidas a las que, según la tradición cristiana, dejaron los clavos de la crucifixión en las manos de Cristo.

Rehabilitado por Juan Pablo II, Padre Pí­o fue beatificado en 1999 y canonizado en 2002, en un tiempo récord, más rápido que el papa Juan XXIII, fallecido en 1963, quien gozaba también de mucha popularidad.

Tachado por años de superstición, sus inexplicables heridas fueron objeto de numerosas investigaciones realizadas por el mismo Vaticano, que terminó por ceder a la piedad popular.

«Desde niña habí­a oí­do hablar de él, decí­an que hací­a milagros», contó Marta Sinarcha, de 71 años, quien reside cerca de San Giovanni Rotondo.

El santo de la región de Pullas, a quien se le atribuye haber intercedido para lograr numerosas curaciones inexplicables, es admirado tanto en el sur de la pení­nsula como en el norte, de donde numerosos italianos están llegando para pasar el «puente» del próximo fin de semana.

«Viajé en automóvil toda la noche, no podí­a dejar de venir», sentenció Elena Fonte, de 69 años, proveniente de Val d»Aosta, en los Alpes italianos.

Santo popular


Padre Pí­o, el santo más popular y controvertido de Italia, se ha convertido en un objeto de lucrativo comercio para la comunidad de los capuchinos, encargada de la gestión de su imagen en San Giovanni Rotondo (sur de Italia).

Fallecido hace 40 años, el monje capuchino era venerado desde cuando estaba vivo y el pueblo de San Giovanni Rotondo, donde residió la mayor parte de su vida, se ha convertido en una suerte de santuario, con cientos de hoteles, residencias y clí­nicas para recibir a sus devotos.

La congregación de monjes capuchinos, encargada de administrar su legado, cuenta con una emisora, un diario y hasta un canal de televisión dedicado enteramente al religioso.

Nacido el 25 de mayo en 1887 en Pietralcina, cerca de Nápoles, Francesco Forgione, su verdadero nombre, murió el 23 de septiembre de 1968 en San Giovanni Rotondo.

Célebre por sus «estigmas», las heridas en las palmas de las manos parecidas a las que sufrió Cristo en la cruz, es venerado por interceder en la realización de milagros y en particular curaciones de graves enfermedades.

El Vaticano, que rechaza el culto de la personalidad, investigó por años el fenómeno e intentó frenar sus actividades, que lindan con la superstición.

Padre Pí­o suscitó la desconfianza de los papas Juan XXIII y Pablo VI, mientras que fue rehabilitado por Juan Pablo II, quien cuando era el simple sacerdote polaco Karol Wojtyla se confesó con él, en 1947 y le envió una amiga para que fuera curada de una enfermedad incurable.

Sus estigmas fueron objeto de fuertes controversias y estudiadas aún cuando estaba vivo.

En el libro «Padre Pí­o, la gran mentira», el italiano Sergio Luzzatto sostiene que el religioso se causaba las heridas con ácido.

Un experto en genética, Giovanni di Minno, asegura que sufrí­a de una enfermedad en la sangre parecida a la hemofilia.

Escritores e intelectuales, entre ellos Claudio Magris, han denunciado el fetichismo e idolatrí­a de su imagen, que se vende como pan caliente en tiendas y almacenes para turistas.

La imponente y ultramoderna iglesia de «San Pí­o di Pietrelcina», construida con fondos de colectas por el célebre arquitecto italiano Renzo Piano, parece una concha vací­a tras cuatro años de su inauguración, debido a que los fieles la consideran demasiado suntuosa e impersonal.