Decenas de miles de libaneses conmemoraron hoy el segundo aniversario del asesinato del ex primer ministro, Rafic Hariri, con la exigencia de que sea creado un Tribunal Especial para juzgar a los autores del magnicidio.
A primeras horas de la mañana, los libaneses comenzaron a acudir desde distintos puntos del país al centro de Beirut con banderas del Líbano y estandartes de sus propios partidos políticos.
Algunos marcharon en grupos y acompañados de tambores corearon eslóganes en los que pedían la creación de un Tribunal Especial para el Líbano que juzgue a los autores del asesinato de Hariri.
El ex primer ministro murió el 14 de febrero de 2005 en un atentado con coche bomba en Beirut, que mató, además, a 22 personas, entre ellas el diputado Bassel Fleijan.
Otros llegaron al centro beirutí en vehículos procedentes de regiones alejadas del país, provocando atascos en las entradas de Beirut antes de tener que caminar varios kilómetros a pie para poder llegar al lugar de la ceremonia.
Según la televisión libanesa LBC, varias personas se desplazaron en pequeñas canoas desde los puertos de Dbaye y Biblos, al norte de Beirut, para asistir al acto.
Antes de la ceremonia, Saad Hariri, hijo y sucesor político del ex primer ministro asesinado, visitó la tumba de su padre, localizada en la mezquita Al Amin, en el centro de Beirut, al igual que el primer ministro libanés, Fuad Siniora, y los líderes de las Fuerzas del 14 de Marzo, coalición anti-siria.
El acto comenzó hacia el mediodía con el himno nacional, que después fue seguido por discursos de los principales líderes de la mayoría parlamentaria, que rindieron homenaje a Hariri y prometieron seguir con su lucha para lograr que su país estuviese libre de cualquier tutela.
Se guardó un minuto de silencio a las 12.55 hora local (10.55 GMT), es decir en el momento en que se produjo el atentado, acompañado por el sonido de las campanas de las iglesias y el de los cantos de las mezquitas.
En la tribuna, protegida por cristales anti balas, estaba Saad Hariri, su tía y diputada Bahia Hariri y otros miembros de la mayoría anti siria.
Para impedir cualquier incidente con los miembros de la oposición, que acampan en tiendas de campañas en el centro de Beirut desde el 1 de diciembre, el ejército estableció una barrera de hormigón y espinos para evitar cualquier choque entre ambas partes.
En ese campamento se podía ver a grupos de jóvenes sentados, de los cuales algunos leían el periódico y otros jugaban o fumaban el narguile (pipa de agua).
Los jóvenes intentaron ayudar a los periodistas y a las personas que se habían trasladado al centro y les explicaron el camino que debían tomar para poder trasladarse a la Plaza de los Mártires o de la Libertad, para asistir a la conmemoración.
También se notaba una cierta tensión entre los policías y los soldados libaneses, que habían cerrado varios accesos al centro beirutí para impedir cualquier contacto entre ambos grupos.
Miles de agentes de seguridad, apoyados por tanques y vehículos blindados, se desplegaron en el centro para evitar cualquier incidente entre los grupos pro gubernamentales y los opositores similares a los ocurridos a finales de enero, que se cobraron la vida de siete personas y causaron heridas a otras 400.