Un mar rojo de aficionados se congregaron en el centro de la ciudad de San Luis ayer para rendirle honores a los Cardenales, campeones de la Serie Mundial, y enviarle un mensaje claro al dominicano Albert Pujols: Por favor, quédate.
Pujols generó una fuerte ovación durante el desfile y una gran ovación de pie en el estadio. Cuando se le preguntó en el podio que si le gustaría volver para otra celebración en la próxima temporada, el dominicano sonrió tímidamente y dijo: «Â¿Por qué no?».
Por lo pronto, el regreso de Pujols está por verse. Luego de 11 temporadas magníficas como Cardenal, Pujols es un agente libre por primera vez y aún no está claro si los Cardenales serán capaces o querrán extenderle un contrato a largo plazo a un jugador que cumple 32 año la próxima semana, a pesar de su .328 de porcentaje en su carrera, 455 cuadrangulares y su emblema de ícono del equipo.
La posible agencia libre que pende sobre Pujols, junto con una tarde nublada y con viento, no logró opacar el ambiente festivo. La gente se disputaba los mejores lugares muchas horas antes de que empezara el desfile, se trepaba a los árboles y se asomaba por las oficinas para lograr la mejor vista.
Casi todos vestidos de rojo, salvo algunos aficionados de los Rams que estaban de azul y que caminaron desde el estadio luego del partido de fútbol estadounidense. Incluso los Rams sumaron alegría al día ya que consiguieron su primera victoria de la temporada al vencer 31-21 a los Saints de Nueva Orleáns
No había de inmediato un cálculo oficial de la cantidad de gente que se reunió para el desfile por las calles de San Luis y la celebración en el Busch Stadium, pero funcionarios de la ciudad esperaban varios cientos de miles de aficionados, y claramente fue algo así, o hasta más.
La multitud era tan grande que la gente se estacionaba a más de tres kilómetros (dos millas) de distancia, y las autopistas interestatales estaban atascadas cerca del centro de la ciudad.
Las mayores ovaciones fueron para Pujols, Lance Berkman, el puertorriqueño Yadier Molina, Chris Carpenter y el héroe de la postemporada David Freese, que fue el Jugador más Valioso tanto en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y en la Serie Mundial.
Freese, oriundo del condado de San Luis, recordó cuando estaba en un restaurante en California y «recibí la mejor llamada telefónica de mi vida, que me habían cambiado a los Cardenales de San Luis».
El manager Tony La Russa encabezó el desfile, seguido de otro vehículo por el dueño del equipo Bill DeWitt Jr. con el trofeo de la Serie Mundial.
El desfile acabó en un abarrotado Busch Stadium. Los boletos para entrar al estadio se vendieron apenas en 90 minutos después de que los Cardenales se llevaran el título.
«Este 11er campeonato mundial de los Cardenales será siempre recordado como uno de los grandes logros del béisbol», dijo DeWitt Jr. e hizo notar que los Cardenales tuvieron que superar cuatro partidos de eliminación durante la postemporada.
El menos esperado
El acta de defunción de los Cardenales de San Luis se redactó tantas veces que el papel se agotó.
—Cuando el 24 de febrero se anunció que el as Adam Wainwright tenía que someterse a una operación reconstructiva del codo derecho, privándoles del as que ganó 39 juegos en los dos años previos.
—Cuando el 20 de junio Albert Pujols fue colocado en la lista de lesionados por la fractura de la muñeca izquierda. «Tengo que buscar un sitio para ir a llorar», dijo entonces el manager de los Cardenales Tony La Russa.
—Cuando el 25 de agosto llegaron a estar a 10 juegos y medio de Atlanta por el wild card.
—Cuando el 27 de octubre estuvieron a ley de un strike de quedar noqueados definitivamente en el sexto juego de la Serie Mundial. Y no fue sólo una vez, sino dos. Ningún equipo en la historia del Clásico de Otoño había estado tan al borde del abismo para luego alzarse con el campeonato.
«Es una temporada larga. Fíjense en la historia del béisbol, siempre ha habido equipos que han venido de atrás», comentó La Russa tras conquistar una Serie Mundial en la que sus Cardenales ni siquiera debieron haber estado.
Pero el trofeo de campeón está por 11ma vez en uno de los últimos bastiones tradicionales del béisbol. Lo lograron con la victoria 6-2 sobre los Rangers de Texas en un séptimo juego la noche del viernes 28 de octubre.
El relevista Octavio Dotel habló de que los Cardenales deberían pasar por un «detector de mentiras» para poder dar crédito.
«Todo lo que nos ha pasado es increíble. La forma como entramos a los playoffs. Filadelfia tuvo que barrer a Atlanta en su casa», dijo Dotel sobre el pase a los playoffs en el último día de la temporada regular. «La manera como le quitamos ese (sexto) juego a Texas».
Los motivos detrás del título de la segunda franquicia más laureada del béisbol de las Grandes Ligas son varios:
1. La Russa. Un jefe profundamente respetado por cada uno de los jugadores. Ser el manager activo con más victorias lo dice todo, aunque no oculta su desdén a los cambios recientes en cuanto a evaluación de talento y estrategias de juego. La sabermetría es una palabra ajena en el vocabulario del dirigente de 67 años y con 16 temporadas de servicio con los Cardenales. Es un defensor a capa y espada de los métodos tradicionales y de los instintos de los scouts.
Este es el tercer campeonato para La Russa, los otros ganados con Oakland en 1989 y San Luis en 2006. Este debe ser el más especial de todos por las escasas expectativas que rodeaban a los Cardenales.
El comisionado Bud Selig contó una anécdota sobre un encuentro con La Russa hace dos meses y medio, cuando San Luis andaba a los tumbos. Selig le dijo que habían hecho una buena temporada, pese a todas las dificultades. «No estamos acabados», respondió La Russa.
«Sabía de la personalidad de nuestro equipo», dijo La Russa. «Empezamos a sumar victorias, la gente empezó a tomarnos en serio y fuimos en alza… La actitud fue de disputar cada partido como si fuera el último».
2. Lance Berkman. Cuando Pujols sufrió lesiones y arrancó la temporada con una producción por debajo de su nivel habitual, este jardinero y bateador ambidiestro de 35 años se encargó de mantenerlos a flote. Cuando se le señalaba como un jugador en declive irreversible, Berkman firmó por ocho millones de dólares por una temporada. Se llevó el premio al Regreso del Año al batear para .301 con 31 jonrones, 94 impulsadas y .412 en porcentaje de embasado.
3. Los cambios del gerente John Mozeliak no acapararon titulares, pero resolvieron problemas. El más importante de todos fue la adquisición el 31 de julio del campocorto dominicano Rafael Furcal, procedente de los Dodgers de Los Angeles, para cubrir una posición en la que los Cardenales carecían de estabilidad. Mermado por lesiones en tres de las últimas cuatro campañas, Furcal aportó chispa como primero al bate.
4. El bullpen. Los Cardenales batieron un récord al usar 75 relevos en 18 juegos de postemporada, superando por 13 la marca previa que los Gigantes establecieron en 2002. Este es el sello particular de La Russa como piloto, el uso desenfrenado del bullpen. Descontando el episodio del enredo de comunicaciones con un teléfono en Texas durante el quinto partido, La Russa dio con la tecla. No habían nombres famosos, pero los Fernando Salas, Lance Lynn y Dotel siempre cumplieron. No fue hasta mediados de agosto que encontró un cerrador en Jason Motte, pero no quiso hacerlo con carácter de oficial. No fue casualidad que en el séptimo juego los relevistas sacaron los últimos nueve outs sin vacilaciones.
Pujols dio un buen diagnóstico: «Creo que todo comenzó en el último mes de la temporada, fue cuando todos nos unimos.
«Todos empezaron a ser decisivos. Todo eso siguió en la postemporada».