MILAGRO SOBRE RUEDAS


Cuando Ismael Santizo subió con su vieja guitarra a ese autobús, no sabí­a que iba a salvar una vida; lo iba a hacer, no con heroí­smo, sino con su sencilla y sincero actuación artí­stica.

César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

En el transporte viajaba una joven mujer que se dirigí­a a un conocido puente; habí­a decidido arrojarse de ahí­ al vací­o, para acabar con su vida, a la que consideraba desgraciada y maldita.

Pero empezó a pensar de otro modo cuando Ismael, para ganarse la vida, comenzó a cantar con sentimiento «Â¿Cómo no creer en Dios?»; al término de su canto, la muchacha lloraba como una niña.

Mientras los pasajeros le daban unas monedas a Ismael, la chica se inclinó para darle un beso en la frente a ese anciano cojo que con su ejemplo le habí­a devuelto el amor por la vida.

AL FINAL DEL OSCURO TíšNEL, SIEMPRE HAY UNA LUZ DE ESPERANZA.