Una de las causas por las que no suelo ver y escuchar el programa televisivo Libre Encuentro, conducido por el empresario Dionisio Gutiérrez, obedece a la hora en que se transmite los domingos. La otra razón es más consistente, y radica en que no me agrada la forma como suele dirigirse a sus entrevistados, sobre todo si se trata de personas que no comparten su criterio, puesto que es común que no les permita terminar sus argumentaciones, interrumpiéndolos irrespetuosamente..
Sin embargo, un mediodía de la semana anterior, después de haber terminado las tareas propias de mi sexo y cumplido con el horario que me he impuesto, me senté confortablemente en mi sillón preferido de la sala familiar en la casa que habito, encendí el aparato receptor de televisión y al azar ubiqué un canal en el cual el doctor Gutiérrez escuchaba obsequiosa y atentamente la exposición, -muy bien hilvanada, por cierto- del frustrado candidato presidencial Harold Caballeros, dirigente de ViVa, a quien yo respeto y admiro por su amplia cultura,.que no se limita al ámbito teológico judeocristiano..
Al finalizar la intervención del doctor Caballeros, y cuando estaba a punto de cambiar de señal recibí una llamada telefónica que me entretuvo. Al concluir mi conversación por esa vía, ya el presentador de Libre Encuentro anunciaba a otro candidato presidencial.
Iba a relevar de canal, pero me detuve cuando me percaté que se trataba del sociólogo Miguel íngel Sandoval, uno de los pocos aspirantes a la Silla Grande que, como su antecesor en el citado programa televisivo, maneja con propiedad sus enunciados y que en su caso no se anda por las ramas para identificarse como admirador de la Revolución Cubana e interesado en que Guatemala se adhiera a la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA), el bloque que propicia el presidente venezolano Hugo Chávez que, como lo explicó el candidato presidencial de la coalición Maíz/URNG, se basa en la cooperación, en fortalecer los recursos que cada país posee y en intercambiar fortalezas, al contrario del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, fundamentado en la competencia despiadada y totalmente asimétrica.
Por supuesto que es imposible tan siquiera resumir todo lo expuesto por el abanderado electoral de la mencionada alianza izquierdista, cuyas organizaciones que lo apoyan lamentablemente no cuentan con los recursos económicos indispensables para que obreros, estudiantes, campesinos, burócratas, pequeños empresarios y en general las clases populares y media tuvieran acceso a los firmes y claros planteamientos del candidato de Maíz/URNG.
Al escuchar los razonamientos de Sandoval me puse a pensar que si algún despistado como yo pidiera mi opinión acerca de quiénes deberían disputar la Presidencia de la República, al margen de consideraciones puramente financieras, sino en razón directa a la sustentación de sus ideas, yo diría que después de descartar a los otros pretendientes a gobernarnos, fueran únicamente tres los que lucharan electoralmente por suceder al optimista Berger, en representación de sendas principales corrientes ideológicas, siendo ellos el doctor Caballeros, por la derecha democrática, ilustrada, sensible a las necesidades de los desamparados e impulsor de un Estado moderno; el ingeniero ílvaro Colom, candidato presidencial de la UNE, que identifica al centro conciliador, reflexivo, tolerante, equilibrado y de tendencia progresista, y a Miguel íngel Sandoval, exponente de la nueva izquierda, que sí ciertamente no esconde sus simpatías por la Cuba castrista, ni por los presidentes Chávez, Rafael Correa, Michelle Michelet; Evo Morales, Néstor Kirchner o el brasileño Lula, tal inclinación no significa que necesariamente un hipotético gobierno izquierdista de Guatemala deba ser fiel copia de cualquiera de tales regímenes latinoamericanos, que tienen sus propios matices y peculiaridades, de acuerdo con las condiciones económicas, sociales y culturales de su entorno político.
Por aparte, sí he dicho que el presentador Gutiérrez es el prototipo del empresario conservador autoritario, por la forma como conduce su programa televisivo, esta vez debo reconocer que no asumió una posición de perdonavidas ni de insolente superioridad con el Zurdo Sandoval, sino que, todo lo contrario, fue sumamente gentil, transigente y respetuoso, de tal manera que no interrumpió a su interlocutor, pese a la obvia contradicción ideológica que priva entre ambos.
(Romualdo cuenta que al hacerle una pregunta familiar a un presidenciable, éste respondió: -Los hombres casados sí son felices, pero a escondidas de sus esposas).