Miguel Ángel


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La obra artística de Miguel Ángel es, por su belleza, finesa y majestuosidad, un monumento a la cultura universal. Miguel Ángel, junto con los grandes hombres y mujeres del Renacimiento, no solo rescataron la tradición clásica greco romana, sino también fundaron una nueva y novedosa forma de hacer y concebir el arte; la que, con todo su esplendor, marcó la cultura occidental hasta nuestros días.


PRIMEROS AÑOS

La vida de Miguel Ángel Buonarroti, quien nació en 1475, está llena de anécdotas, leyendas y mitos. Esta es una situación muy común alrededor de las grandes personalidades de la historia. Pero una cosa sumamente interesante -para el investigador- es que en el caso de Miguel Ángel, sorprendentemente, muchas de las cosas que de él se dicen y cuentan resultan al final ser verdaderas. Por ejemplo, se cuenta que Miguel Ángel fue desde bebé  alimentado con el arte de la escultura.  Lo que resulta cierto debido a que el artista florentino tuvo, desde muy temprana edad, una niñera provincial quien, aparte de la lactancia, lo educó en medio de un pueblo lleno de escultores de mármol.

Así también, se cuenta que este genio de la pintura renacentista no era muy amigo de los estudios y, sobre todo, de la obligación infantil de asistir a una escuela. Y se cuenta que Miguel Ángel, todavía siendo niño, abandonó la escuela. Leyenda que, ciertamente, después de una pequeña investigación resulta ser del todo verídica. Porque, en efecto, Miguel Ángel, quien desde niño empezó a mostrar un alto grado de habilidad para dibujar, huyó de la escuela para convertirse en aprendiz de pintura mural con el famoso artista florentino Domenico Ghirlandaio.

Dicha actititud causó, sin lugar a dudas, un terremoto familiar. Sobre todo, a causa de los planes comerciales que el padre del futuro genio artístico tenía para su hijo. Pero las tempranas manifestaciones de las altas cualidades artísticas de Miguel Ángel terminaron por convencer a sus padres para que lo dejarán buscar su destino en los sublimes caminos del arte. Luego, para sorpresa de todos, pero en particular de su maestro Ghirlandaio, Miguel Ángel tan solo después de un año, terminó su instrucción mural la que, normalmente, duraba tres años.

MIGUEL ÁNGEL Y LOS MÉDICI

Cuando el investigador escudriña la vida de Miguel Ángel forzosamente tiene, también, que investigar sobre la familia Médici y sobre su responsabilidad en el esplendor artístico, intelectual y comercial de Florencia en el siglo XV. Debido a que es Florencia la ciudad italiana que será el centro de ese grandioso movimiento artístico y cultural llamado  el Renacimiento.

Los Médici, entonces, fue una familia importante, de comerciantes y banqueros, para el desarrollo económico y comercial de Florencia. Los Médici, gracias a sus negocios, ganaron y acumularon grandes fortunas. Pero los Médicis, aparte de ser gente muy culta, eran también grandes admiradores del arte y de la filosofía y enemigos del fanatismo religioso. Esto hizo que los Médici se rodearan de pintores, poetas y filósofos. Siempre apoyaron -con estímulo, dinero y comodidades- a los artistas y hombres de ciencia.
Los Médici quedaron inscritos en los libros de historia, no solo por su poder político y su fortuna económica, sino, sobre todo, por ser gentes cultas y mecenas de poetas, pintores, escultores y filósofos. Y en el caso de Miguel Ángel, con apenas unos trece o catorce años, fue invitado por Lorenzo de Médici para que viviera en su palacio y estudiara el arte de la escultura en los jardines del palacio donde había una de las más ricas y colecciones artísticas de ese tiempo.

EL RENACIMIENTO

Todo lo anterior significa que la cultura del Renacimiento, de la cual tanto Miguel Ángel como los Médici son buenos ejemplos, es un periodo artístico, científico y cultural que está, sin lugar a dudas, en total oposición a ese oscuro período de la historia de Occidente, es decir, la Edad Media. Sobre todo, debido a que durante la tenebrosa Edad Media el fanatismo religioso dictaba, a través de la teología, lo que los hombres tenían que pensar, sentir y tener como verdadero.

El Renacimiento es, pues, un movimiento que recupera los valores artísticos y filosóficos de la Antigüedad Clásica. Debido a que los griegos -ese pueblo de Sócrates, Platón y Aristótes y posteriomente los romanos- produjeron un desarrollo enorme en ámbito de las artes -poesía, escultura, literatura, retórica, etc- pero también en la esfera de la ciencia -matemática, astronomía, filosofía, etc-. Mientras que durante la Edad Media hubo un estacamiento total tanto en las artes como en las ciencias. Es por eso que Bertrand Russel llama a la Edad Media como «La Época de las tinieblas».

Ciertamente, el oscurantismo de la mentalidad de la Edad Media se ejemplifico no solo en la infinidad de pogromos en contra de los judíos, sino también en los cientos de mujeres quienes, por el simple hecho de experimentar con plantas  naturales con fines médicinales, fueron acusadas de hechicería, torturadas y quemadas vivas en la plaza pública. Y es claro que Renacimiento, no obstante la riqueza de su arte, ciencia y filosofía, no lograría terminar con los tentáculos del pensamiento medieval. Y como prueba de esto el gran matemático, astrónomo y filósofo Giordano Bruno quien, en el año 1600, fue quemado vivo por los torturadores de la Inquisición.

LA PIEDAD
La escultura de La Piedad es, sin lugar a dudas, una de las obras más famosas de Miguel Ángel.  Así también, La Piedad, que es una estatua en mármol y que data de 1498, es la obra artística más impresionante de Roma y una de las pocas obras fimadas por el propio Miguel Ángel. El tema de La Piedad, que representa a la Virgen María y al cadáver del Cristo, no era, en el arte escultórico, un tema común en la Italia renacentista. Y es, posiblemente, a causa de eso que una de las características que más sobresalen en la obra es el marcado rasgo juvenil de María.

Parece que Miguel Ángel quería -contrariamente a la tradición pictórica que  representaba a María con rasgos de edad mayor- transmitir los valores de virginidad y pureza a través de la acentuación de lo juvenil de María. Otro aspecto que impresiona en La Piedad es la integración del cadáver del Cristo en la ropa de María. La idea de unión entre la madre y el hijo está fuertemente delineada por los pliegues de la túnica de María que se fusionan con el cuerpo desnudo del Cristo.

La belleza de La Piedad, su fuerza dramática y la profundidad emocional que en el espectador despierta, es verdaderamente única en la historia de arte. Posiblemente es certero proponer que La Piedad es, en escultura, lo que la Gioconda es en pintura. Ambas obras constituyen a su manera ejemplos de la grandeza espiritual, del estetismo conceptual y belleza artística del genio renacentista.

LA CAPILLA SIXTINA

El genio de Miguel Ángel era tan excepcional que el mismo Papa Julius II le encargó personalmente la decoración, con frescos o murales, del techo de la Capilla Sixtina. Las doce pinturas de la bóveda, que conjuga una obra artística de más de 450 metros cuadrados, le tomó a Miguel Ángel 4 años de trabajo continuo.

Una de las primeras cosas que impresionan en los frescos monumentales de la Capilla Sixtina, es la multitud de personajes. Parece que, originalmente, Miguel Ángel únicamente tenía que pintar a los 12 Apóstoles, pero el artista por iniciativa propia decidió cambiar el proyecto papal y, al final, pinto cientos de personajes -como los antepasados del Cristo- en importantes situaciones bíblicas como el Génesis, el Juicio Final, La Caída del Hombre y La Relación de Dios con el Hombre, etc.

Tanta fue la belleza con la que Miguel Ángel pintó las escenas de la bóveda que, años más tarde, el Papa, impresionado por el genio del artista, le encargó de pintar una pared del Altar con escenas del Juicio Final. Este fresco, también de una belleza incomparable y producto de un genio artístico admirable, le tomó cinco años de trabajo cotidiano (de 1536 a 1541). La pared del Juicio Final, tiene un efecto óptico en el espectador. La parte superior de la pared está levemente inclinada lo que produce que la escena del fresco -el Apocalipsis- infunda o despierte la sensación de respeto – y temor– en el espectador.

Un hecho importante es que, lastimosamente, siempre hay personas de mente cerrada y que a causa de sus propios complejos contribuyen al estancamiento del arte, de las ideas y de la ciencia. Miguel Ángel, no obstante su genio y reputación artística, enfrento problemas al momento de concluir el fresco del Juicio Final. Y la razón de los problemas fue un mal habido Cardenal Carafa quien molesto por el hecho de que Miguel Ángel había pintado a algunos personajes desnudos -como Dios los había hechado al mundo- acusó al artista de inmoralidad. Carafa y sus secuaces confabularon e incitaron una campaña de censura en contra de la obra de Miguel Ángel. Se quejaron ante el Sumo Pontífice quien, de forma muy sabia, rechazo las acusaciones en contra de Miguel Ángel. Sobre todo, el Papa rechazó la más absurda y retrógrada de las propuesta de dichos individuos: la de borrar las pinturas del artista.

Tiempo después, no obstante lo trágico del hecho, el funesto Cardenal Carafa y sus compinches ganaron la batalla y se decidió cubrir los genitales de las imágenes pintadas por Miguel Ángel. El pintor Daniel de Volterra fue al que se le encargó tan deleznable tarea por lo que -y con justa razón- se le conoce, en la historia del arte, como El Pintacalzones.

EL DAVID

Otra de las obras más famosas de Miguel Ángel es el majestuoso David que se encuentra en la Galería de la Academia de Florencia. El David, que representa al rey David bíblico momentos antes de la batalla con Goliat, ha sido catalogada por los historiadores como una obra maestra del Renacimiento.

Miguel Ángel realizó esta majestuosa escultura a partir de borradores y pequeños modelos en cera y terracota. Y resulta sumamente interesante que tanto era el genio de Miguel Ángel que para la realización del David no necesitó hacer previamente -como era la tradición técnica- un modelo en yeso, sino lo trabajó directamente con el cincel a partir de los dibujos o borradores previamente esbozados. Y hay que subrayar que una de las características del David es que el espectador lo puede apreciar desde diferentes ángulos sin perder de vista un alto porcentaje de las características generales del personaje.

La belleza del David de Miguel Ángel, sus rasgos y gestos, transmiten la sensación de vida en la estatua de mármol. El artista florentino quería que El David tuviese alma y, ciertamente, cuando el espectador se enfrenta a la majestuosa estatua los sentidos transmiten dicha sensación que, de una u otra forma, mete en aprietos a la razón humana. Ello no significa ningún tipo de contradicción filosófica, sino, más bien, es una prueba de la fuerza -mágica si lo prefiere- del arte para representar, transmitir y despertar emociones, sensaciones y paradigmas existenciales en el ser humano. Y posiblemente, culto lector/a, el arte sea el último refugio para la humanidad en este mundo en el que el consumo, el egoísmo e individualismo se han convertido en valores supremos.