Cuando el narcotráfico no había tomado las características de salvajismo antihumano que tiene en la actualidad, la policía federal y las autoridades correspondientes tomaron la decisión de renunciar a toda la policía de un determinado municipio o pueblo para detener a un jefe poderoso del tráfico de drogas en el interior del país. La causa: no dudaban que si se conocía la orden se escondía la persona que iban a capturar. Ante ese previsible resultado optaron por asumir las consecuencias de su acción y detener a un peligroso traficante de drogas.
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Es necesario insistir en este asunto. Se trata de altos niveles de corrupción en donde se han involucrado diferentes funcionarios y policía en general que se encuentran en los estados de México. Este hecho explica la indolencia de esas autoridades para actuar y detener a miembros de organizaciones que se dedican a asesinar (diversos casos en estados mexicanos) o quienes visiblemente se ostentan como miembros de organizaciones estatales de seguridad y tienen como meta secuestrar migrantes.
Diversos medios de comunicación han informado en México del plagio de migrantes. La semana pasada y esta que empieza, se dieron a conocer desde el albergue Hermanos en el Camino, en Ixtepec, Oaxaca, las declaraciones del sacerdote Alejandro Solalinde (Acusan en Veracruz plagio de migrantes, Reforma, 27 de junio) de un secuestro masivo de indocumentados, metros después de la estación de Ferrocarriles del Istmo. Cómo es posible que los deferentes cuerpos policiacos ignoraran la presencia de 10 personas fuertemente armadas, moviéndose en tres camionetas para detener violentamente a los migrantes que se trasladaban en el tren denominado La Bestia (llevaba a más de más de 250 migrantes, especialmente guatemaltecos, hondureños y salvadoreños) y ubicarlos en casas de seguridad que la policía también desconoce. Ahora, utilizando métodos de investigación que nadie conoce, la policía estatal sólo acude al argumento de la complicidad de los maquinistas pues no dejaron a los indocumentados en los mismos lugares. Esto es lo que ellos imaginan (no investigan) porque, hasta el momento, no han logrado hablar con los maquinistas y menos detener a algún sospechoso.
Casos como el anteriormente descrito se publican diariamente en la prensa mexicana. Hasta hace pocos años todo quedaba escondido. Por esta razón, tuvieron especial importancia las declaraciones que diera un destacado investigador del Colegio de la Frontera Sur, el cual señaló: por ley sólo la Policía Federal Preventiva y los oficiales de Migración pueden revisar indocumentados. Pero se han ubicado 40 organizaciones de todo tipo que se han arrogado la tarea de detener migrantes, principalmente de América Central (dentro de la línea de corrupción contra los indocumentados).
Cualquier política federal o ley que proteja a los indocumentados en México, será un fracaso si las autoridades estatales continúan permitiendo el acoso, corrupción, secuestro y asesinato de indocumentados. La impunidad no se detendrá y alcanzará a todos.