Ahora ya está de moda hablar de las migraciones. De los migrantes. Antes, no hace mucho tiempo, pongamos un año atrás, el tema pasaba por el arco del triunfo de todos. De los medios en especial. Los encargados de poner en agenda de discusión diaria lo que acontence en la sociedad.
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Y digo que está de moda porque lo han querido así. Tiene que pasarles una desgracia para que el ojo público se conmueva y salga con la espada de la protección y rasgarse las vestiduras porque se está violando el derecho de estar en el lugar o pertenecer a donde a les venga en gana.
Ahora es cuando vienen enfáticos a exigir a los gobiernos que no sean crueles con los extranjeros que buscan en sus sociedades lo que no han encontrado en su cuna. Es risible, por ejemplo, la forma en que muestran su indignación a las políticas de expulsión que se promueve en Europa y Estados Unidos, cuando en casa la expulsión se ha promocionado sin palabras por esa desesperación de no vivir con bienestar.
Acá hay que colocar la cuota de desesperación que han puesto los propios medios de comunicación. Que, si bien no han sido enfáticos en reclamar la recuperación del tejido social y salvaguardar a las mayorías en la satisfacción de las necesidades básicas. Y, aunque no sea responsabilidad directa del periodismo, la función social no ha ido por ese rumbo creando una especie de tolerancia a la insatisfacción social generalizada.
Ese efecto de desesperación se acrecienta en los pueblos que como un escape próximo y un camino seguro para su bienestar encuentran en las historias de «emigrantes exitosos» un reflector para armarse de valor y buscar lo que en sus lugares de origen no han podido lograr.
Los medios de comunicación en algún momento, y aún parece no salir de eso, no hacían visible al migrante. Es decir, no formaba parte de un actor social importante. Fue, sino hasta que ya representaban más que remesas familiares y divisas para el país que empezaron a tener importancia.
Fueron convirtiéndose poco a poco en números. Tantos van, tantos vienen. Aviones van, aviones vienen. Ya pasan de los 15 mil los deportados, pero aún hay decenas de miles intentando consolidar sus sueños en un clima no muy halagador que digamos.
Ahora emigrar ya es noticia, y vemos cómo poco a poco algunos medios han reforzado el contenido de su agenda con intensiones de visualizar el tema de la migración. Acá, por ejemplo, el grupo La Hora ha impulsado oportunamente el semanario La Voz del Migrante especializado en exponer el lado humano de la migración.
Y ese es tan sólo un ejemplo de cómo se ha reconfigurado el tema de la migración generando dos columnas importantes: Ponerle voz al tema de migratorio y brindar información a los inmigrantes de temas que realmente les interesa. Tanto a ellos, como a sus familiares en Guatemala.
Algo que es muy cierto, y no tengo ninguna duda, es que cada día más personas continúan arriesgándose el pellejo por llegar a lo más cercano al paraíso terrenal, aunque el costo sea un abanico de problemas que terminan por lo regular en una inminente deportación. Es un círculo que debe ser atendido urgente y consecuentemente, y discutirlo en los medios es tan sólo un pequeño escalón para llegar a quienes realmente deben abordar el tema.