Migración, de qué lado está Obama


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A lo largo de todo el año, escuchamos consistentemente que Barack Obama promovía una reforma migratoria a la que ha llamado integral o definitiva y por medio de la cual unos 12 millones de indocumentados podrían finalmente obtener documentos para legalizar su situación migratoria en los Estados Unidos.

Juan Antonio Mazariegos G.


De esos millones de indocumentados que podrían resultar beneficiados, cuando menos un millón corresponde a guatemaltecos que al igual que gentes de otras nacionalidades partieron de sus países con el único fin de vivir y encontrar el denominado “sueño americano”, el cual para ser más precisos, consiste en tener la oportunidad de labrarse un futuro en base a esfuerzo y trabajo.  Por supuesto muchos sueños suelen transformarse o empezar como pesadillas y para aquellos que cuando menos logran empezar a soñar, viviendo ya en Estados Unidos, el terror puede iniciar no por ver que no se materializa la tan anhelada reforma migratoria, sino que se vive  y de cerca, con solo pensar cada día en ser perseguido, apresado, separado de su familia y expulsado por el simple hecho de salir a la calle en busca de trabajo para lograr ese mejor futuro. Y es que nuestros compatriotas y los demás ilegales en Estados Unidos tienen muchas razones para temer, este año, de conformidad con un artículo publicado por el matutino Prensa Libre el día miércoles de esta semana, es probable que lleguemos a 80 mil deportados, los cuales constituyen un récord que contrasta con el discurso de Obama que no para de echarle la culpa a los republicanos señalándolos como los causantes de la no aprobación de la reforma migratoria, mientras su Gobierno se convierte en el mayor perseguidor y deportador de indocumentados de la historia, muy por encima de las cifras de deportados que en su oportunidad se manejaron en gobiernos republicanos.

Lo trágico de la historia, es que nuestra comunidad apoyó y confió en Obama durante las pasadas elecciones en Estados Unidos, como una esperanza para legalizar su situación migratoria y hoy luego de haber sido decisivos en esa elección presidencial pueden estar más temerosos que nunca sobre la posibilidad de que tarde o temprano sus familiares caerán en manos de los servicios migratorios estadounidenses. Indudablemente no es posible confiar en Obama o en los demócratas como una opción post electoral para solucionar el problema que más aflige a nuestra comunidad, la presión debe de ser mayor previo a las elecciones y que nuestros compatriotas que sí puedan ejercer el voto en Estados Unidos no entreguen un previo cheque en blanco, sino  hasta que no hayan compromisos concretos, como por ejemplo detener las constantes deportaciones de indocumentados en Estados Unidos.

El año que se avecina trae nuevamente elecciones en Estados Unidos, estará en juego la integración y el control de las cámaras, y la comunidad latina, al contrario a las últimas elecciones no debe de integrarse mansa y confiadamente del lado demócrata. Obama ya confirmó que dice una cosa y realiza otra,  está pues, en manos de los votantes latinos hacer ver que votarán y estarán del lado de aquellos candidatos que públicamente se comprometan a apoyar la reforma migratoria.