Miembros de Soyuz-Apolo se reencuentran


El primer ruso Vladimir Putin (D) recibió a miembros de Apolo. AFP PHOTO / RIA NOVOSTI / KREMLIN POOL / ALEXEY DRUZHININ

Las tripulaciones rusa y estadounidense de Soyuz-Apolo, primera misión espacial conjunta Estados Unidos/URSS en 1975, volvieron a encontrarse hoy en Moscú, 35 años después, recordando los pequeños y grandes momentos de esta histórica cooperación en plena Guerra Frí­a.


«Tení­amos tres lenguas oficiales en el espacio: el inglés, el ruso y la lengua de Oklahoma (un Estado de Estados Unidos)», contó sonriente el comandante ruso de la misión Soyuz, Alexei Leonov, de 76 años, en una rueda de prensa conjunta en Moscú.

La broma hací­a referencia al fuerte acento del comandante estadounidense de la misión Apolo, Tom Stafford, de 79 años, oriundo de esa región.

Además de los dos comandantes, estaban presentes el piloto ruso Valeri Kubassov (75 años) y su colega estadounidense Vance Brand (79 años). El tercer miembro estadounidense de la misión, Donald Slayton, falleció en 1993.

Realizada el 17 de julio de 1975, después de años de rivalidad, sobre todo en la conquista del espacio, la misión Soyuz-Apolo consistió en la unión en los cielos de la nave estadounidense Apolo, con tres astronautas a bordo, y de la nave soviética Soyuz, con sus dos cosmonautas.

Este acontecimiento fue considerado en el mundo entero como un sí­mbolo de la distensión en las relaciones estadounidense-soviéticas, y significó el comienzo de una cooperación entre los dos paí­ses en el dominio espacial.

«En aquella época nuestras culturas se diferenciaban mucho más que ahora. Nuestros programas en el espacio eran como dos árboles con las raí­ces separadas que nosotros debí­amos juntar para unir nuestros dos sistemas», recordó Vance Brand.

«Eso se logró con éxito. Ahora se tiene la impresión de que fue fácil, pero no lo fue», añadió.

«Lo más difí­cil fue aprender el ruso», bromeó el comandante Stafford.

Vance Brand estimó que se expresaban entre ellos con el vocabulario de niños de tres años.

«Nos reí­mos mucho con nuestros errores, eso sirvió para animar nuestras relaciones en el espacio», añadió.

«Algunas veces él confundí­a algunas palabras», se burló Valeri Koubassov, recordando una escena durante sus primeros momentos en el espacio, cuando Brand llegó ante él para pedirle una «roman» (novela en ruso), confundiendo el término con «riémen» (correa en ruso).

Más allá de ese aprendizaje lingí¼í­stico «llevamos las relaciones entre nuestros dos paí­ses a un nivel inédito», se congratuló Vance Brand.

La expedición le dejó una enseñanza: «es más fácil la comunicación entre cosmonautas y astronautas que entre polí­ticos».

«Nuestro vuelo es un sí­mbolo muy importante para el mundo. En el espacio creamos relaciones muy fuertes, y mostramos que es también posible vivir así­ en la Tierra», concluyó el comandante Stafford, que después de esa misión adoptó dos niños rusos.