Recientemente se cambió a una nueva metodología y a un nuevo año base para calcular el Producto Interno Bruto (PIB), lo que supuestamente nos hace más confiables ante la comunidad internacional por haber adoptado un método más moderno para calcular el PIB. Nadie niega que era necesaria una nueva metodología y un nuevo año base, pero dicho cambio no nos proporciona mejores datos. En primer lugar, sería interesante que aclarara el Banco de Guatemala, si están incluyendo dentro de sus cuentas nacionales la economía informal. Los hacedores de política económica y público usuario de las estadísticas esperan una respuesta concreta y que no salgan, diciendo que teóricamente si la están midiendo, porque si es así entonces ¿porqué el PIB es menor con la nueva metodología?, considerando que el setenta y cinco por ciento de la población económicamente activa trabaja en la economía informal, por lo tanto que tan confiables son las nuevas cuentas del PIB. En segundo lugar, ¿qué tan confiables son los datos que proporcionan las empresas?, tomando en cuenta que es una institución estatal la que les pregunta a los empresarios sobre sus volúmenes de ventas y pago de salarios e intereses, así como del monto de sus utilidades, ¿dirán la verdad los encuestados? o tenderán a subvalorar los datos, temiendo que al decir la verdad pagarán más impuestos. En tercer lugar, las nuevas cuentas nacionales tampoco miden la perdida de recursos naturales renovables y no renovables necesarios para generar riqueza, entonces de que nos sirve a los guatemaltecos ser más ricos hoy si lo hacemos en desmedro de nuestros hijos, nietos y bisnietos. No tenemos datos confiables para decir a cuanto asciende nuestro crecimiento económico este año ni a cuanto podría ascender en el futuro, puesto que si descontamos la perdida de los recursos naturales, los datos obtenidos podrían mostrarnos otra historia. Algunos analistas sociales, políticos y económicos, ya sea de forma inconsciente o muy consciente de las consecuencias, utilizan el PIB por cabeza como sinónimo de progreso y desarrollo, pero nunca se cuestionan por saber a quienes beneficia la riqueza creada, si a todos los guatemaltecos por igual o a unos pocos, en una sociedad como la nuestra la respuesta es mas que obvia. Ahora los defensores de la corriente ideológica hegemónica dirán que a todos por igual, porque la teoría del goteo o del rebalse funciona perfectamente y no digamos la «mano invisible» de Adam Smith, ¿acaso en una sociedad con alta desigualdad la riqueza se traduce en ciudadanos más sanos, mejor nutridos, más educados, más participativos y con un mejor entorno ambiental?. Todo lo anterior pasa desapercibido cuando el crecimiento económico, medido por el valor total de bienes y servicios finales, a precios de mercado, se equipara con el desarrollo humano. Mejor hablemos de crecimiento sostenido pero con equidad y justicia social, de lo contrario la riqueza creada irá a parar a las mismas manos de siempre y la desigualdad seguirá ampliándose.