Las tiendas de mascotas y veterinarias proliferan en Ciudad de México y cada vez hay más servicios de spa y peluquería a domicilio para perros, así como restaurantes caninos que hasta les ofrecen sushi.
Pero mientras unos dueños harían todo por consentir a sus mascotas otros no dudan en ponerlas patitas en la calle cuando empiezan estorbar en casa, así que la Asamblea Legislativa municipal ha decidido tomar cartas en el asunto.
Los legisladores locales aprobaron esta semana un reforzamiento a la Ley de Protección Animal, que obligará, entre otras medidas, a los dueños de mascotas a colocar un microchip subcutáneo a sus animales de compañía para poder saber quién es el propietario.
El chip, del tamaño de un grano de arroz, deberá ser pagado por el dueño y permitirá llevar un control del nombre, dirección y teléfono del amo, las señas particulares de la mascota y el historial veterinario.
La medida ha sido recibida con una mezcla de incredulidad y escepticismo en una ciudad donde todavía hay niños que ni siquiera tienen acta de nacimiento.
Sin embargo, según el diputado Orlando Anaya del Partido Acción Nacional (PAN, conservador), promotor de la iniciativa, una vez que estén reglamentadas y entren en vigor las nuevas normas serán un paso adelante para lograr la «tenencia responsable» de animales.
«Si alguien no registra a su animal tendrá una sanción económica de 25 días de salario mínimo» (unos 1.600 pesos o 123 dólares)», dijo Anaya a dpa. «Y si la mascota se pierde, el hecho de que tenga un chip garantiza también mecanismos para recuperarla».
Aunque no sería la primera vez en México que una norma se echa para atrás por imposible de aplicar, Anaya confía en que este no será el caso.
Además del microchip cada mascota contará con un certificado veterinario de control de vacunas y quedará prohibido «mutilar» a los animales cortándoles orejas o cola por cuestiones estéticas, entre otras disposiciones.
«Nos alegra que haya pasado esta ley. Son medidas que pueden controlar un poco la situación de las mascotas y mejorar su calidad de vida», dijo la gerente de programas veterinarios de la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA)-Latinoamérica, Melania Gamboa.
«La ley es bastante avanzada. El microchip es una técnica de identificación animal de punta en este momento. Sirve para controlar a los animales y también para controlar a los dueños».
Gamboa explicó que el chip se inyecta debajo de la piel al animal y contiene normalmente un largo número que vincula a la mascota con el dueño en una base de datos. Para leer el número hace falta un dispositivo especial.
«No cualquier persona lo va a poder leer y acceder a los datos», afirma la especialista desechando preocupaciones de seguridad. En México ya se han dado casos de mascotas que son robadas para exigir al dueño el pago de un rescate.
De acuerdo con la especialista, existen algunos países de Europa donde el microchip es obligatorio, pero son pocos.
«Es mucho más costoso que un collar porque la tecnología para leerlo es cara, pero al mismo tiempo es mucho más eficiente porque hay menos riesgo de que se pierda», afirmó.
El diputado Anaya afirma que en las tiendas de animales el chip tiene un precio de unos 150 pesos (unos 11 dólares), pero las autoridades lo podrían conseguir a unos cinco a diez pesos al mayoreo para las clínicas veterinarias públicas.
Nadie sabe a ciencia cierta cuántos perros y gatos hay actualmente en la ciudad. La Secretaría de Salud estima que existen 1,2 millones de canes y que unos 120.000 son callejeros. En enero de 2013 una jauría mató a cuatro personas en un cerro del populoso distrito de Iztapalapa.
Los perros abandonados «generan en promedio media tonelada de heces fecales al día, lo que representa un generador de enfermedades respiratorias, gastrointestinales, oftalmológicas y dermatológicas, principalmente», señalan las autoridades.
Pero para que los dueños se acojan al registro todavía habrá que caminar un largo trecho.
«Yo no le pondría un chip a mi perro», dijo a dpa Silvia Gordillo, de 42 años y madre de un hijo de seis. «La mayoría de la gente no lo va a hacer. Nadie va a tener ni las ganas ni el tiempo ni el dinero de registrar a sus mascotas».