Mi calvario con el Banco de Comercio


í“scar Enrique Alvarado S.

Yo entré a un banco, institución autorizada por las autoridades respectivas. Deposité mi dinero a plazo fijo, con fecha de vencimiento en el tí­tulo. Celebré un contrato bancario con el Banco de Comercio. En el tí­tulo no dice de alguna otra entidad.

Han pasado los dí­as y he participado en todas las protestas de los ahorrantes. Estas actividades son desgastantes.

Nadie me detendrá en la lucha por la devolución de mis ahorros. En mi protesta llevo a la práctica lo que me está permitido legalmente: gestiones ante la Superintendencia de Bancos, Junta Monetaria, Congreso Legislativo, Ministerio Público, Procuradurí­a de los Derechos Humanos, y, próximamente intentaré solicitar la intervención de organizaciones internacionales.

En vista de que los accionistas del banco no aparecen, aún en allanamientos legales, espero que el Ministerio Público formule la acusación respectiva, que en la persecución criminal en contra de todos los que resulten autores, cómplices y encubridores por estafa, apropiación y retención indebida, y otros delitos, se enví­en órdenes de capturas internacionales, con sus respectivas fotos y ofreciendo recompensa por la entrega de los delincuentes.

Ojalá que las Cámaras de Industria y Comercio excluyan de sus nóminas a estos mal llamados banqueros y comerciantes estafadores, dueños de más de treinta empresas.

Ojalá que se nos paguen nuestros ahorros y que las autoridades mantengan el control sobre los bancos.

De no tener una respuesta pronta estaré proponiendo a los ahorrantes que hagamos un llamado a la población, para obtener su apoyo en una protesta nacional.

Yo asistí­ a un banco legalmente constituido, de mi vida cotidiana de pronto mi estabilidad se ha visto alterada, porque veo con preocupación la forma en que los accionistas del banco están prófugos de la justicia. Incluso puedo tener un riesgo personal por decir estas cosas. Tal situación no se la deseo a nadie.

Si esto es ahorrar resulta preferible invertir en mantener pequeños negocios, dando empleo a quien lo necesite.

El Presidente de la República podrí­a dar orden a la presidencia del Banco de Guatemala para que se nos pague. Aún es tiempo de poner fin a esta penosa situación.