Ahora que leo que el general Otto Pérez Molina instruyó a sus diputados para votar por Jorge de León Duque en la elección del Procurador de los Derechos Humanos, no pude sino hacer el símil y recordar mi estrecha relación, prácticamente familiar, con el coronel Marco Antonio Vargas Aguirre, piloto aviador oriundo de Monjas, Jalapa, que fue el Jefe del Estado Mayor de la Vicepresidencia de la República cuando mi abuelo desempeñó ese cargo de 1966 a 1970.
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Y ello porque Pérez Molina fue Jefe del Estado Mayor Presidencial de Ramiro de León Carpio, padre del abogado De León Duque, e intuyo que se trata de una relación parecida.
En 1966 se estrenaba el cargo de Vicepresidente de la República y también se creó el Estado Mayor de la Vicepresidencia. Fueron nombrados los coroneles Vargas Aguirre y Gálvez Sobral, así como los mayores Maldonado Schaad y Rivera Orriols. A Tono lo conocía de antes por la amistad que le unía a mi padre, pero con los cuatro me hice muy amigo porque mi relación con mi abuelo y mi presencia en su casa y en sus oficinas era prácticamente constante.
En el caso de Tono Vargas, hacía poco tiempo había perdido a un hijo que debe haber sido como de mi edad y tanto con él como con su esposa Margoth sentí siempre una relación de afecto muy familiar. Estoy seguro que si en alguna ocasión Tono hubiera necesitado nombrar a alguien afín, a un buen amigo, hubiera pensado en mí y yo estoy seguro de que en cualquier circunstancia, por el agradecimiento que le tuve por la forma deferente, atenta y especial en que cuidó a mi abuelo, yo hubiera estado presto a servirle en la mejor forma posible.
Me imagino que los mismos sentimientos debe tener Jorge de León Duque respecto a Otto Pérez Molina, porque el actual presidente fue un dedicado Jefe de Estado Mayor Presidencial que se encargó de guiar a Ramiro de León Carpio con mucho tino, con mucho respeto, a través de los vericuetos del poder que Ramiro conocía desde la llanura, pero que llegó a confrontar cuando asumió en circunstancias especiales la Presidencia de la República. Sorteó Ramiro momentos difíciles en los que la mano de Pérez Molina supo llevarlo por rumbo seguro y esas son cuestiones que siempre se agradecen y que no se pueden olvidar.
Yo mismo, con Horacio Maldonado Schaad tuve ese respeto y aprecio cuando fue miembro del triunvirato. El mismo Maldonado en alguna ocasión, tras el fraude de 1974, me buscó conociendo mi amistad y relación con Meme Colom para hablar con el defraudado candidato Ríos Montt, pero éste se negó a cualquier contacto.
El punto es que yo creo que uno en la vida tiene que ser agradecido y que esa tiene que ser una de las principales cualidades del ser humano. Nunca hubiera aceptado yo ser juez de conciencia para juzgar públicamente acciones en las que pudiera tener alguna responsabilidad quien cuidó con afecto a mi abuelo. Recuerdo las dificultades de Tono, bastante pasado de libras, para mantener el paso de mi abuelo por sus tierras de Jalapa cuando decidía salir temprano de la casa de la finca y caminar por muchas horas recorriendo los campos por los que había corrido de niño. Sudaba la gota gorda, literalmente, pero nunca zafaba bulto porque sabía que su deber era acompañarlo.
Esa y otras imágenes las tengo muy frescas y claras como para pensar que alguna vez podría tener un gesto de desagradecimiento y seguramente que el PDH más de alguna vez en tres años y medio, algo tendría que criticar al gobierno que dirige quien fue leal y efectivo consejero, guía y protector de su padre.