México y Uruguay, primeros del grupo A con cuatro puntos, se miden en un duelo latino donde ambos sellarían su pase a octavos con un empate, mientras que Francia, en plena tormenta interna, y los anfitriones sudafricanos buscan un triunfo para apurar sus opciones.
Para los «Bleus» y los «Bafana Bafana» (ocho de la mañana, hora de Guatemala), con una unidad, el encuentro tiene aire de «match ball» y ambos podrían quedar fuera del Mundial, que quedaría sin su vigente subcampeón y sin el equipo anfitrión.
Esto último no tiene precedentes: ninguno de los equipos locales en una Copa del Mundo cayeron en la primera fase.
En los últimos días se ha hablado mucho de la posibilidad de un acuerdo para firmar un «empate técnico» entre mexicanos y uruguayos, que se disputará a la misma hora.
En ese caso, Uruguay terminaría líder por una mejor diferencia de goles, pero México tendría que verse en octavos con el primero del grupo B, Argentina salvo gran sorpresa.
Por ello, no parece tan obvio que los aztecas se conformen con hacer frente a la albiceleste y el equipo de Javier Aguirre podría salir a por el triunfo para evitar ese cruce envenenado.
El técnico del Tri ha estado motivando a sus muchachos para «salir a ganar o ganar», como les viene repitiendo en cada sesión de práctica, inmersos en su intención de «proponer el partido, jugar solidariamente, y definir todas las oportunidades».
El estratega uruguayo, Oscar Tabárez, ha recalcado que su equipo encarará el partido ante México «como todos los demás» y descartó molesto cualquier especulación respecto al resultado.
«Tenemos que conseguir puntos para clasificar, dependemos de nosotros», dijo Tabárez.
El DT de la «Celeste» confirmó que ante México repetirá el mismo equipo que salió al campo de juego para enfrentar a Sudáfrica el miercoles pasado.
«El equipo es el mismo, hicimos jugadas de pelota quieta y algún repaso», dijo Tabárez.
De su lado, Aguirre ha mantenido en hermético silencio a sus titulares, y ni siquiera ha insinuado quiénes son los que sustituirán al lesionado atacante Carlos Vela y el defensor Efraín Juárez, suspendido un partido por acumulación de amarillas.
Con mayor dramatismo disputarán su duelo en Bloemfontein sudafricanos y franceses, también a las 14h00 GMT, con la seria amenaza de una prematura y dolorosa eliminación.
Los europeos lo harán además en plena tormenta, después de la publicación de los insultos de Nicolas Anelka hacia Raymond Domenech, la expulsión del atacante del Chelsea y la huelga de los jugadores el domingo, negándose a entrenar como medida de protesta por el adiós a su compañero.
Los Bleus y los Bafana Bafana deben vencer por goleada a su rival y esperar que haya un derrotado entre charrúas y aztecas, en el duelo que se disputa de manera simultánea.
Francia ostenta en el Mundial-2010 un empate a cero con Uruguay y una derrota 0-2 ante México. Se trata de una situación muy similar a la de Corea/Japón 2002 cuando salió en primera ronda tras caer ante Senegal, también igualar a cero con Uruguay y volver a caer ante Dinamarca.
En una situación igual está Sudáfrica tras su empate con México 1-1 y su derrota ante Uruguay 0-3, pero lógicamente más comprometida en materia de saldo de goles.
El equipo local también dio algunas señales de malestar interno, aunque fueron rápidamente alejadas de la prensa con entrenamientos a puertas cerradas.
Repitiendo el discurso de días anteriores, el seleccionador de México, Javier Aguirre, reiteró que su selección sólo contempla un resultado contra Uruguay, «salir a ganar», cuando se enfrenten mañana en Rustenburgo, en el Mundial de futbol Sudáfrica-2010.
Mexicanos y uruguayos, primeros del grupo A con cuatro puntos, se enfrentan en un duelo clave y en el que un empate les clasificaría a octavos de final, en detrimento de Francia y Sudáfrica.
Aguirre negó que la intención de su equipo sea pactar un pacífico empate en el marcador, y reiteró que «no contemplamos ningún otro resultado porque la intención es siempre ganar».
«Buscaremos mañana los tres puntos como lo hicimos con Sudáfrica, con Francia, ese es nuestro objetivo, cada partido salir a ganarlo», apuntó.
Acerca del escenario que más le gustaría en la siguiente ronda, si pasar como segundo y enfrentar probablemente a Argentina, o primero para verse con un rival menos fuerte, que podría ser Grecia, Aguirre recalcó que «México va salir a ganar, pensando que del plato a la boca se cae la sopa».
Descartó que México esté pensando en una eventual derrota, y aclaró que «si salimos pensando en que podemos perder el partido o estamos medrosos, estamos invitando a la derrota».
«Respeto profundamente al maestro Tabárez y al equipo que tiene. Ellos son los mejores del grupo, pero esos tres puntos los necesitamos», afirmó.
Sobre la estrategia que pondrá en práctica para conseguir esa victoria, puntualizó que «intentaremos imponer nuestro estilo, crear buenas oportunidades y rendir el arco rival».
Habló elogiosamente del goleador uruguayo Diego Forlán, a quien tuvo la oportunidad de dirigir en el Atlético de Madrid, pero aseguró que «Uruguay es más que Forlán, o más que Sebastián Abréu, otro gran jugador. Es un equipo compacto y muy parejo».
«Diego es un extraordinario jugador, tiene una gran movilidad, tiene un gran respaldo detrás y vive para el gol, pero intentaremos frenarlo no sólo a él, sino a los que ponga el maestro Tabárez porque Uruguay tiene un gran potencial ofensivo», matizó.
Como es usual, no reveló su alineación para el encuentro, pero explicó que las ausencias obligadas del punta Carlos Vela, por lesión, y del defensa Efraín Juárez por acumulación de tarjetas amarillas, «no generan conflictos porque no tenemos titulares, tenemos 21 jugadores disponibles para el partido contra Uruguay».
«Mis jugadores saben lo que se está jugando», acotó. «Están conscientes de que aún está abierto el grupo y matemáticamente nadie está seguro. Mañana en 90 minutos se decidirá los dos que van a la siguiente ronda y espero que uno de ellos sea México», añadió.
Rechazó comentar la situación interna en el equipo de Francia y se limitó a observar que «en México, con la selección de México, estoy a gusto».
Descartó en más de dos ocasiones que su seleccionado saldrá a conformarse con un empate, y reiteró su seguridad de que será «un partido viril, muy disputado y si al final por cuenta del derrotero del partido significa que hubo empate y nos clasificamos los dos, pues seguramente nos congratularemos, pero seguro que vamos a salir a ganar».
El partido entre Francia y Sudáfrica podría suponer el canto del cisne de Thierry Henry, convertido en simple sustituto en la selección francesa y, por ahora, totalmente impotente en la debacle histórica que parece perfilarse.
Antes de embarcar para Sudáfrica, el mejor goleador de la historia de los Bleus (51 goles en 123 partidos) probablemente no se esperaba vivir tal pesadilla.
Al contrario, Henry había accedido de buena gana al «acuerdo» propuesto por el seleccionador de Raymond Domenech tras una temporada delicada en el Barcelona: quedarse en el banquillo, renunciar a la capitanía, pero formar parte del viaje como una especie de referencia de sus compañeros.
Henry sabía lo que había: sus dificultades en el Barí§a y, sobre todo, su actuación patética contra España con los Bleus (derrota 2-0), el 3 de marzo en el Stade de France, no le permitía reivindicar otra cosa y aceptó así los deseos de Domenech, contento de poder disputar la cuarta fase final de un Mundial de su carrera, un récord para un jugador francés.
Pero «Titi» no supo ver venir la tormenta que sacude a Francia y, a pesar de su palmarés, el campeón del mundo (1998) y de Europa (2000) se verá, al igual que resto, inevitablemente asociado al desastre en caso de vuelta a casa el martes.
La pesadilla tuvo la apoteosis con el lamentable espectáculo ofrecido el domingo (huelga de entrenamiento en solidaridad con Nicolas Anelka, excluido del equipo por haber insultado a Domenech en el descanso del Francia-México).
Encerrado en su silencio desde la concentración en la isla de La Reunión, Henry, ya fragilizado por su famosa mano contra Irlanda, el 18 de noviembre de 2009, ha tenido cuidado de mantenerse en segundo plano cuando los Bleus estaban cada vez más minados por las luchas de egos y las disensiones internas.
Pero a pesar de la pérdida de la capitanía en favor de Patrice Evra, es difícil pensar en que su influencia no se haya mantenido viva entre los otros pesos pesados que trata desde hace años en la selección (Gallas, Anelka, Evra, Ribéry, Abidal).
Sin su acuerdo, seguramente los Bleus no habrían decidido boicotear el entrenamiento del domingo e iniciar un pulso con la Federación Francesa de Fútbol.
En el campo, en cambio, hace ya semanas que no tiene ninguna influencia, con un Domenech fiel a su forma de actuar. El antiguo rey del Arsenal sólo jugó 18 minutos frente a Uruguay, desde el inicio del Mundial y el seleccionador, tras su altercado con Anelka, prefirió utilizar a Gignac en su lugar.
Y para máxima humillación, Domenech le pidió que calentara durante la totalidad del segundo tiempo.
Mientras que Francia debe esperar un milagro para poder pasar a octavos de final, no es seguro que Henry, que pudo medir su aura y su popularidad en su entrada en juego contra la Celeste, sea titular frente a los Bafana Bafana.
La exclusión de Anelka le ofrece, no obstante, una posibilidad única de salvar el honor hasta ahora pisoteado de los Bleus y de permitirse una salida algo más digna después de las turbulencias de estos últimos meses.