Las víctimas contaron historias terribles de abuso sexual, palizas, hambre e inmundicia en el albergue en el que vivían y que alguna vez gozó de gran prestigio, dijeron ayer las autoridades de la Procuraduría General de la República que rescataron del lugar a 607 niños y adultos.
MÉXICO Agencia AP
Algunas de esas personas dijeron que los empleados las obligaban a tener sexo y otras que las castigaban encerrándolas en un pequeño cuarto sin agua ni comida. De las víctimas, 10 estaban tan desnutridas que la policía no pudo determinar su edad.
«La víctima 4 declara haber sido recluida en el albergue en contra de su voluntad desde los 18 años», dijo Tomás Zerón, director de la Agencia de Investigación Criminal de la Procuraduría Federal de la República.
«Fue abusada sexualmente por uno de los administradores, de modo que se quedó embarazada, luego fue golpeada por este mismo sujeto para provocarle un aborto, golpeándo(la) en el vientre en distintas ocasiones», agregó.
Dos menores dijeron a los investigadores que un miembro del personal masculino los obligaba a que le hiciera sexo oral y que advirtió a uno de ellos que lo mataría y vendería sus órganos si se oponía, dijo Zerón.
En la operación la policía liberó el martes a seis bebés, 154 niñas, 278 niños, 50 mujeres y 109 hombres en el albergue La Gran Familia, en el que predominaba la inmundicia. El titular de la Procuraduría General de la Republica, Jesús Murillo Karam, dijo que las personas recluidas en el lugar vivían entre 20 toneladas de basura.
Nueve empleados del albergue, en la ciudad de Zamora, en el estado occidental de Michoacán, fueron detenidos y son interrogados, aunque Murillo Karam dijo que algunos de los demás trabajadores sí intentaban proteger a los menores.
«Hay declaraciones que verdaderamente lastiman, que indignan», declaró Murillo Karam. «Pero otros que salvan la buena fe en la humanidad, porque se convirtieron en verdaderos protectores de los niños», agregó.
Las autoridades dijeron que el albergue, que llegó a tener gran prestigio, recibió en algunas ocasiones recursos del gobierno, que incluso le había confiado la custodia de varios niños.
El gobierno inspeccionaba el lugar, pero quizá debido al «prestigio que tenía» las revisiones se hicieron menos rigurosas, aseguró Murillo Karam.
El miércoles por la mañana la madre de un menor que estuvo en el albergue dijo que sólo se le permitía ver a su hijo tres veces al año y que la responsable del lugar le exigió el equivalente a 2 mil 800 dólares para que pudiera llevárselo.
Verónica Gamina dijo a The Associated Press por teléfono que hace cuatro años ella misma llevó a su hijo de entonces 9 años a la casa hogar porque tenía que trabajar y no podía cuidarlo.
Gamina afirmó que cuando volvió para pedir que le entregaran a su hijo, ahora de 13 años, «me dijeron que tenía que escribir cartas explicando por qué me lo quería llevar, luego me pidieron 37 mil pesos (unos 2 mil 800 dólares) pero yo gano 800 a la semana y no puedo juntar tanto dinero».
La mujer hizo sus declaraciones desde el exterior del albergue, custodiado por la policía y donde se habían reunido unos 70 parientes de las personas que estaban en el lugar.
Gamina, de 28 años, empleada que vende emparedados locales, dijo que acudió a las autoridades al enterarse por alguien que había escapado del albergue de las condiciones que prevalecían en ese lugar.