México busca más puntería para el partido de mañana, a las 12:30 (hora de Guatemala) ante Francia en Polokwane, en una apuesta al todo o nada, y en el que ambos seleccionados estarán atentos al resultado del juego entre Sudáfrica y Uruguay, los otros integrantes del Grupo A del Mundial-2010.
El entrenador de la selección mexicana, Javier Aguirre, desplazó a su equipo a la ciudad sudafricana de Polokwane para definir sus fichas en busca de mayor capacidad de fuego para su ofensiva.
Sin embargo la duda está en dejar en la banca a Carlos Vela (Arsenal, inglés) o Efraín Juárez y poner en su lugar a Andrés Guardado, el incisivo volante del Deportivo La Coruña español.
Ese movimiento posicional garantizaría eventualmente que Guillermo Franco, el argentino naturalizado mexicano, mantenga la titularidad, en lugar de Javier «Chicharito» Hernández, que lo reemplazó en el empate ante Sudáfrica.
En lo que el «Vasco» Aguirre seguramente no dará brazo a torcer es en su dibujo táctico con tres hombres de adelanto y otros siete polifuncionales que atacan y defienden, mientras en la portería tiene la opción de mantener al veterano Oscar «Conejo» Pérez o volver a confiar en el «Memo» Ochoa.
La prioridad número uno del «Vasco» es mejorar la efectividad del ataque, debilidad que se hizo patente ante Sudáfrica en un partido en que generó muchas cargas especialmente en el primer tiempo y apenas anotó un al filo del partido, por medio del defensa del Barcelona español Rafael Márquez.
Tangencialmente está también el deseo de anotar el gol mundialista número 50, ya que lleva hasta ahora 49, cuando está disputando su 14º torneo de 19 ediciones.
El astro azteca Francisco Rodríguez, defensa del PSV Eindhoven holandés, lo dijo claro: «México no va a cambiar su estilo de juego de un principio, pero si es necesario, lo tenemos que hacer en el terreno de juego, solamente si se necesita».
Además «sabemos la importancia del juego y tenemos en mente ganar o ganar».
Una derrota dejaría al Tri al filo de la cornisa, igual que, a la inversa, a Francia, que también acumuló un sólo punto por su empate 0-0 con Uruguay.
Tanto sabe Francia de esto, que el seleccionador galo, Raymond Domenech, afirmó que el triunfo de su equipo depende de quitarle la pelota a México. Tan simple como eso.
«México es un muy bien equipo. Cuando juega, cuando acelera, cuando tiene el monopolio del balón puede desestabilizar a cualquier rival», sin embargo, «será necesario quitarles el monopolio del balón para tener una posibilidad de no sufrir» su juego, apuntó.
A los aztecas podría también favorecerles el aliento de su público.
Miles de mexicanos llegaron por anticipado a Polokwane, sede del encuentro del jueves, para apoyar a su equipo al ritmo de guitarras y tambores y gigantes sombreros de charro y máscaras de luchadores.
México tiene la oportunidad de saldar mañana en la segunda fecha del grupo A del Mundial una de sus deudas históricas, ante Francia, una de las selecciones con las que se ha estrellado (5 derrotas, 1 empate) a lo largo de su historia.
La historia de decepciones ante el combinado galo comenzó en el primer Mundial (Uruguay-1930), donde ambos protagonizaron el primer partido, con victoria europea por 4-1 en el estadio de Pocitos, en Montevideo.
En aquel encuentro, disputado ante apenas un millar de espectadores, comenzó la «maldición» azteca frente a los franceses, con los que volvieron a encontrarse en otras dos ocasiones en Mundiales.
La primera de ellas fue en la fase de grupos de Suiza-1954, cuando Francia ganó 3-2 en Ginebra, doce años antes de su empate 1-1 en Londres, en su estreno en la fase final de Inglaterra-1966. En ambas ocasiones, los dos equipos quedaron eliminados en esa ronda inicial.
Ese empate en la capital británico fue el único partido donde México no perdió contra el equipo galo y el tanto de Enrique Borja en Wembley fue el último del «Tri» en estos duelos particulares, ya que los tres siguientes se saldaron con derrota y con los atacantes mexicanos sin conseguir marcar.
Los amistosos en París en agosto de 1996 (1-0) y en mayo de 2006 (2-0), éste último en la preparación del Mundial de Alemania, en el que Francia fue finalista, perpetuaron la hegemonía de los «Bleus», que golearon además en el último pulso con carácter oficial, por 4-0 en Ulsan, en la Copa de las Confederaciones de 2001.