Sólo Lionel Messi sabe la carga que ha tenido que soportar. Siempre a la sombra de Diego Maradona. Como si nada de lo que hiciera tuviera sentido sin el Mundial.
RÍO DE JANEIRO / AP
Messi está a un paso de llevar a Argentina a la gloria. Si la Albiceleste se impone el domingo a Alemania en la final, nada se interpondrá ya entre Messi y la eternidad. No solo sería la tercera Copa del Mundo de Argentina, sino que además el triunfo se produciría en Brasil. La imagen de Maradona con el trofeo en el estadio Azteca de México en 1986 se quedaría pequeña en comparación con la de Messi en el Maracaná.
Solo un partido separa a Messi de subir al podio de Maradona, o quizás hasta quitárselo, como el mejor futbolista argentino de todos los tiempos.
«Creo que Messi es el mejor jugador del mundo más allá de lo que ocurra en este Mundial, y está entre los mejores jugadores de la historia del futbol más allá de lo que ocurra en este Mundial», dijo el técnico Alejandro Sabella al inicio del torneo.
Messi es una leyenda. Lo que ha hecho en el Barcelona no tiene comparación posible y será recordado por la eternidad. Ningún futbolista ha sido tan determinante en España y en la Liga de Campeones como él. Ha batido todos los récords goleadores, ha ganado tres Copas de Europa, seis ligas, dos Intercontinentales. Fue cuatro veces ganador del Balón de Oro. Lo tiene todo. O casi todo.
Porque al mejor Messi siempre le recordaron que si quería superar a Maradona tenía una deuda pendiente con la Copa del Mundo. Ganó el Mundial sub20 en 2005 y el oro olímpico en Beijing 2008. Pero no lo tuvo nada fácil con los mayores. El día que debutó con la absoluta en 2005 fue expulsado a los 47 segundos de salir a la cancha por una agresión. Fue un presagio terrible.
Después llegaron las decepciones. En Alemania 2006 apenas participó, pero en Sudáfrica 2010, con Maradona de técnico, se le suponía el alma del equipo. Argentina cayó con estrepito 4-0 contra Alemania en cuartos. Messi no anotó un gol en todo el torneo y cargó con las culpas. Al igual que en la Copa América 2011, cuando Argentina fue eliminada por Uruguay siendo anfitrión.
Se dijo de todo. Messi se marchó a España con 13 años. Jamás jugó en el campeonato argentino. Algunos de los que hoy idolatran a Messi son los mismos que hace unos años decían que no sentía la camiseta, que tenía el «pecho frío», que no cantaba el himno. Messi tuvo que defenderse de todas esas críticas. Siempre con Maradona haciéndole sombra, como si el pequeño genio del Barsa tuviera que probar de alguna forma su argentinidad.
«Decían que yo no sentía la camiseta argentina, que no jugaba en la selección porque no me pagaban como en el Barcelona, que me cuidaba las piernas, que no quería jugar. La verdad, me dolía llegar a mi país y que me pegaran sin haber hecho nada», dijo Messi en el libro «El Distinto», del periodista Marcelo Sottile. «Yo era el primero en criticarme por mi juego. Pero que me pegaran por otras cosas fue lo que más me dolió».
Messi siguió a la suya. La llegada de Sabella y unos ajustes en la plantilla, como la salida de Carlos Tevez, dieron al delantero el liderazgo de la selección. Messi pudo brillar en las eliminatorias y se presentó en Brasil con el brazalete de capitán, 27 años cumplidos durante la competición y el grado de madurez suficiente por la experiencia acumulada. El momento justo, pese a haber firmado su peor temporada desde que está en Barcelona.
Messi no es el jugador explosivo de 2011 y 2012. Su juego se está adaptando al paso del tiempo. Sabe elegir cuando es momento para encarar y cuando para tocar y distribuir. Su disparo de zurda no ha perdido fuerza ni colocación. Suma cuatro goles en el Mundial, todos decisivos en el camino de Argentina a la final. Messi es el líder futbolístico de la Albiceleste, que se refugia en su talento para ocultar otras deficiencias.
«Las dos selecciones (1986 y actual) saben convivir con un genio y eso es importantísimo», explicó Jorge Valdano, campeón con Argentina en 1986. «Todo el mundo asume que Messi es especial como nosotros asumíamos que Diego (Maradona) era especial. Alrededor del genio termina apareciendo el equipo y en Argentina poco a poco eso está ocurriendo».
Hace tiempo que Messi superó los números de Maradona en la selección. Suma 42 goles, por los 33 que convirtió el «Pibe de Oro». En las semifinales contra Holanda, cumplió su partido 92, superando por uno a Maradona. Pero sigue faltando el título.
El último obstáculo es Alemania. El mismo rival frente al que se coronó Maradona hace 28 años. El mismo rival que destronó a Maradona cuatro años después en Italia 1990. Messi tiene en sus manos deshacer el empate y reservar pasaje a la eternidad del fútbol argentino