Merkel con dura prueba


Los conservadores de Angela Merkel se preparan para perder terreno el domingo en tres elecciones regionales que en principio no afectarán a la canciller alemana de cara a las legislativas de septiembre, para las que sigue siendo la gran favorita.


Si en esas elecciones en Sarre, Sajonia y Turingia, el Partido Socialdemócrata (SPD) ganara terreno, sus adversarios conservadores (CDU-CSU) no dudarán en denunciar el ascenso del peligro rojo.

El SPD sólo puede en efecto esperar destronar a uno o dos gobernadores conservadores si se alí­a con la izquierda radical Die Linke, que las huestes de Angela Merkel estigmatizan como ex comunistas indignos de gobernar.

Es posible que los conservadores encabecen los resultados en los tres comicios, pero los sondeos predicen una caí­da de aproximadamente 8 puntos en Sarre (fronteriza con Francia) y en Turingia (ex RDA).

Ello vendrá a cerrar una difí­cil semana para Angela Merkel: primero vio a General Motors cuestionar la solución que ella preconizaba para salvar la filial Opel y los empleos en Alemania, y después tuvo que justificarse de haber ofrecido una cena en honor del banquero más poderoso del paí­s.

Angela Merkel sigue siendo no obstante la favorita para las elecciones legislativas del 27 de septiembre. El CDU-CSU es de lejos el primer partido en las intenciones de voto.

La canciller aspira a una mayorí­a gubernamental con los liberales del FDP, pero podrí­a tener que conformarse con mantener su coalición con el SPD.

En las regionales, el SPD debe mejorar en algunos puntos sus resultados de hace cinco años y vislumbra la posibilidad de derrocar a las mayorí­as de derecha en Sarre y en Turingia.

«Estamos ante la hipótesis de que nadie querrá reconocer su derrota y todos afirmarán haber ganado», predice el politólogo Peter Losche, de la Universidad de Gottingen.

«Los socialdemócratas van a progresar en Sajonia y en Turingia, pero en Sarre van a obtener su peor resultado de la historia, y no obstante, podrí­an ganar ese Estado» en la hipótesis de una coalición, añade.

El CDU va, por su parte, a registrar pérdidas, pero se tratará de un retorno a la normalidad, según Reinhard Schlinkert, del Instituto de sondeo Dimap.

«La situación de 2004 era excepcional, con una coalición gubernamental SPD-Verdes debilitada, lo cual fue aprovechado por el CDU a fondo», explica.

El SPD podrí­a no obstante lograr algo histórico al conquistar Turingia, en la antigua Alemania oriental, gobernada por el CDU desde la reunificación en 1990.

Pero tanto en Sarre como en Turingia, un triunfo pasarí­a obligatoriamente por una coalición con el partido de ultraizquierda Die Linke, una alianza que el SPD promete no intentar a nivel nacional.

El CDU y el FDP no vacilan en acusar al SPD de agitar la bandera roja.

«El SPD ha reconocido que quiere formar mayorí­as rojo-rojo para dirigir los estados regionales (…) nadie puede creer que no hará lo mismo a nivel federal», acusó el jefe del grupo parlamentario del CDU, Volker Kauder.

«Ese estado no debe en ningún caso caer en manos de los rojos», exclamó el miércoles Angela Merkel en un mitin en Sarre.

Si el SPD no logra arrancarle al menos un estado a la CDU, la elección del domingo puede convertirse en una derrota, ya que su posición es precaria en Sajonia, que codirige con la CDU desde hace cinco años.