Mercado común de cine latinoamericano


El afamado director chileno Miguel Littí­n propuso ayer la creación de un espacio común del cine latinoamericano para hacer frente a la supremací­a de Hollywood en la región, una idea que comparte con colegas que asisten a un Congreso de Cultura que se celebra en México.


«Hagamos un mercado común del cine latinoamericano. Démosle al espectador la oportunidad de que se reconozca en su cinematografí­a. Hoy no hay una pelí­cula de nuestros paí­ses que tenga presencia en otro lugar de América Latina», lamentó Littí­n en la segunda jornada del I Congreso Iberoamericano de Cultura.

En el encuentro, colegas suyos también realizaron una lectura crí­tica del cine iberoamericano y uno de ellos recordó el fuerte desarrollo de las industrias de Argentina, México y España, que en el pasado llegaron a competir con el cine estadounidense.

«Lo hizo posible la Segunda Guerra Mundial. No es que yo desee que haya una Tercera Guerra Mundial. Pero serí­a maravilloso que ellos dejaran de hacer tanto cine y de ser dueños de todas las pantallas del mundo y nos dejaran expresarnos más», reclamó el veterano autor venezolano Román Chalbaud.

Las pelí­culas latinoamericanas lograron sus primeras señas de identidad gracias a la llegada del sonido, que permitió incorporar la música tradicional de la región como la samba, la ranchera o el tango, aunque el afilado ojo comercial de Hollywood no tardó en ver en ello una oportunidad.

«Estados Unidos empezó a llamar a los intérpretes musicales y a los actores y los incorporó para hacer pelí­culas para estos mercados. Carlos Gardel no serí­a lo que fue sin los grandes estudios norteamericanos», recordó el cineasta y académico argentino Octavio Getino.

Con esta atmósfera, la década de los 60 y parte de los 70 vio el surgimiento de un cine social latinoamericano comprometido con la situación polí­tica y la búsqueda de una identidad propia.

«Yo dejé de pensar que el cine serví­a para escaparse de la realidad y vi que también serví­a para enfrentar la realidad», reconoció Chalbaud, autor de «El pez que fuma» (1977), entre otros filmes.

A su lado, Littí­n («Alsino y el cóndor») desdeñó las catastróficas cifras comerciales y la dependencia tecnológica del cine, el arte más industrial. La mirada del ser humano, explicó, antecede con mucho a la de la cámara.

«El cine nació mucho antes que la tecnologí­a. Nació cuando el primer hombre cerró los ojos y logró soñar. Y cuando tuvo la capacidad de rememorar el dí­a anterior y poner en las cavernas las imágenes de lo que habí­a visto», sostuvo Littí­n, autor de dos cintas nominadas al Oscar a la Mejor Pelí­cula.

El chileno confesó que entrega copias de sus pelí­culas para que se vendan ilegalmente a un precio reducido. «Los cines de barrio actuales», lo denominó su colega Chalbaud.

El I Congreso de Cultura Iberoamericana desarrollará debates públicos y seminarios privados hasta su clausura el sábado. Sus conclusiones se presentarán en la próxima reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica en El Salvador a finales de octubre.