Nací en un hogar católico y me crié como católico por lo que tengo casi todos los sacramentos encima. Hace mucho tiempo que dejé de asistir a mi iglesia o a iglesia alguna, pero la noticia del día de hoy me recuerda qué es lo que me mantiene alejado de los templos. Creo profundamente en la libertad como una fuerza indispensable para alcanzar la prosperidad y la paz de los hombres y por lo tanto la libertad de culto o libertad religiosa me parece también fundamental para el desarrollo humano.
De hecho, al percatarse de las diferencias que podrían existir entre los hombres en este sentido, en algún dichoso momento los Estados empezaron a acomodar este derecho en sus cartas magnas. El derecho de libertad religiosa fue incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1948. Viene al caso mi comentario por lo que sorprende y se comenta aquí en Guatemala y en muchas partes del mundo acerca de los Obispos, Sacerdotes, Pastores o cualquier otro título que se le quiera dar a líderes religiosos, que abusan de la caridad de sus fieles para darse vida de reyes y gastar como degenerados en residencias, templos y museos para satisfacer sus egos. El papa Francisco suspendió al obispo de Limburgo por acusaciones de perjurio y de despilfarro en la renovación de su residencia episcopal en el pueblo Alemán. El Obispo pretendía gastar la bicoca de 31 millones de euros.
Yo jamás colaboraría o diezmaría para ese tipo de gastos pero mi problema no es con esa libertad que tenemos en casi todo el mundo para disponer de lo que es nuestro y donarlo, obsequiarlo o diezmarlo a cualquier institución o persona que nos venga en gana. Yo no lo haría porque cuando dono u obsequio parte de mi patrimonio lo hago después de analizar entre el infinito listado de necesidades que el mundo de hoy nos presenta. Ayuda se necesita en muchas partes del mundo y para muchos seres humanos y por supuesto que bajo mi análisis de prioridades la casa, el templo y el museo de un cura megalómano y excéntrico no pasarían ni el primer corte de consideración.
Mi problema es que no puedo dejar de comparar el discurso de las religiones y las actuaciones de sus líderes. La mayoría de ellos ruegan por los pobres todos los días, nos reprimen moralmente si no somos de carácter dadivoso y filantrópico, en algunas religiones incluso existe un enfermizo sectarismo discriminando al rico y ni hablar de la mía que permite y anima a sus pastores a defender cosas tan absurdas como la teología de la liberación. En Guatemala también tenemos líderes religiosos que lucran con la fe cristiana, incluso algunos usan su actividad pastoral para empujar agendas políticas o recibir jugosas donaciones desde el extranjero. Llora sangre que estos señores prediquen con la izquierda pero se harten con la derecha del dinero de sus fieles, llora sangre que hablen hasta la saciedad de los necesitados que están los pobres del mundo y lo hagan desde pulpitos bañados en oro, con sotanas de alta costura y en templos atascados de lujosas imágenes antiguas y obras de arte. No faltan los comentarios de las doñas cachurecas criticando el despilfarro de un gigantesco templo en la salida hacia El Salvador pero no dicen nada de la Catedral Metropolitana, o La Merced en la ciudad colonial. Será interesante ver que hace finalmente el papa Francisco con el Obispo de Limburgo porque expulsarlo de la iglesia por sus acciones no sería consecuente con la opulencia con la que viven muchos de los curas alrededor del mundo incluido el mismo Obispo de Roma.