Entre la vorágine delincuencial que existe en Guatemala -como en cualquiera otro país del mundo- la población catalogada como «menores de edad» (menos de 18 años) tiene una participación de mucha incidencia en la comisión de delitos; en principio porque actúan confiados en que por ser menores de edad, tienen la calidad de inimputables, a su vez, los mayores que en su caso los dirigen, lo saben y se aprovechan de tal circunstancia.
A través del tiempo en Guatemala, y con el pasar de los años, hemos visto la forma en que se han desarrollado las pandillas delincuenciales denominadas «maras» en la ciudad de Guatemala, municipios vecinos, ciudades y aldeas departamentales, donde también este flagelo está presente.
El día jueves de la semana pasada fueron capturados en la colonia Toledo zona once, dos menores de edad, quienes fueron perseguidos por la policía después de asaltar a cuentahabientes de una agencia bancaria ubicada en la zona nueve, enfrentándose a balazos previo a su captura. Se les incautó un fusil de asalto AR-15 con varios cartuchos útiles, además del vehículo en que se conducían el cual fue robado.
Según informaciones periodísticas, desde la toma de posesión del nuevo gobierno hasta el día sábado 19 la Policía Nacional Civil ha incautado 19 fusiles AR-15, más otros de diferentes marcas con los cuales suman 60 fusiles. Y como total de la incautación se informó de 1,100 armas entre ellas pistolas, escopetas, revólveres y ametralladoras mini Uzi.
La conducta manifestada por los menores de edad que comenten actos delictivos, en términos generales se puede clasificar como psicópata, es decir, que no tienen miedo a la autoridad, ni a las consecuencias ni a lo que pueda suceder con su vida. El caso de estos muchachos vuelve a presentar un nuevo paradigma que DEBE SER ABORDADO por la actual legislatura, en el sentido de promover algunos cambios en la codificación penal respecto a la transgresión de la ley por parte de los menores de edad.
Este fenómeno delincuencial se manifiesta en todos los estratos sociales de Guatemala; porque sus padrinos (narcotráfico, delincuencia común, delincuencia organizada y asociaciones ilícitas emergentes) tienen la capacidad económica de adquirir armas y proporcionarlas a los menores de edad, quienes en su afán de aventura y deseo de demostrar su valentía, hacen uso de ellas para cometer actos de sicariato y «ganarse el respeto» del grupo delictivo al que pertenecen o están por ingresar.
Ojalá que TODOS los/as diputados/as se percaten de este fenómeno y traten de resolverlo con la ayuda de sus innumerables y bien pagados asesores en vez de perder su tiempo en discusiones estériles que le cuestan mucho dinero al pueblo contribuyente. En este caso, LA PATRIA SI SE LOS AGRADECERí.