Memoria histórica y derechos humanos


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Se cumplió el 42 aniversario del fallecimiento de JACOBO ÁRBENZ (1913-1971), el Presidente de la dignidad nacional, el mejor estadista guatemalteco del siglo pasado. Con 58 años de edad, la muerte lo sorprendió en México, país donde residía exiliado, lejos de su amada Patria, luego que en 1954 fuera derrocado por la intervención del Gobierno estadounidense, mediante una invasión mercenaria, la acción y conspiración de un puñado de militares traidores, vendepatrias, junto con los grupos oligarcas criollos y la jerarquía de la Iglesia Católica.

Factor Méndez Doninelli


En la radiante mañana del domingo 27 de enero, revolucionarios de todas las edades y condiciones, mujeres, hombres, jóvenes y niños, escuchamos el solemne y emotivo sonido de una trompeta, interpretando el “toque del silencio”, ejecutado por un espontáneo participante, así se  abrió el acto de homenaje a su memoria, llevado a cabo frente al panteón que guarda sus restos en el Cementerio General de la ciudad de Guatemala.

Participé en el homenaje, en mi calidad de miembro de la Comisión por el Centenario del nacimiento de ÁRBENZ; asistieron algunos jóvenes, entre quienes distinguí a dirigentes de la Asociación de Estudiantes de Ciencias Políticas de la Universidad Rafael Landívar, otros de la San Carlos, lo cual es estimulante y lo interpreto como un signo positivo, muestra del interés de la nueva generación por conocer la historia reciente, el pasado de lucha revolucionaria y las voces que se alzan, clamando justicia en esta Patria adolorida y ensangrentada.

En contraste, fue notoria la ausencia de organizaciones campesinas, sindicatos de trabajadores, la otrora gloriosa Asociación de Estudiantes Universitarios, AEU, lo que me hizo pensar que la amnesia colectiva que se empeñan en implantar los grupos fácticos, los poderes paralelos y los sectores oscurantistas del país, está haciendo cierto efecto. Por eso, este tipo de actividades conmemorativas, son útiles para recuperar la palabra, la memoria histórica, para romper la cultura del silencio, del miedo, del terror, que aún se insiste en imponer a la sociedad.

En materia de derechos humanos, la persistencia de los familiares de víctimas del conflicto armado interno y la acción de defensores y organizaciones de derechos humanos, logró hacer avanzar los procesos judiciales enderezados contra altos mandos militares, responsables de ordenar matanzas contra la etnia Ixil, de cometer crímenes de lesa humanidad y genocidio, cargos por los que fueron llevados a juicio los generales Ríos Montt y Rodríguez Sánchez. Histórica la resolución dictada por el Juez Primero B de Mayor Riesgo, encargado del proceso y un avance por el respeto y vigencia de los derechos humanos en el país.

Guatemala es y ha sido un oasis de la impunidad, por eso el hecho que se haya podido llevar a juicio a altos oficiales del Ejército, por violaciones graves a los derechos humanos, debe interpretarse como un triunfo de la justicia y un logro por la perseverancia de los familiares de víctimas, quienes sin descansar, continúan buscando justicia, juicio y castigo para los responsables.

Mucho antes, esto mismo viene ocurriendo en otros países, sobre todo de América Latina, donde también los militares enfrentan juicios por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante el período de las dictaduras, por ejemplo en Argentina, varios generales represores fueron condenados a cadena perpetua, otros siguen enfrentando juicios, algo similar pasó en Chile cuando se juzgó y condenó al general Pinochet y ahora le siguen otros militares quienes también están siendo encausados. Al fin, la justicia está llegando a los asesinos.

P.S. Masacre de 37 personas en la Embajada de España en Guatemala, el 31 enero 1980, cometida por elementos de la Policía Nacional y fuerzas de seguridad de la dictadura militar contrainsurgente. Se cumplieron 33 años de impunidad.