Es una viva frustración, tristeza y pena ver lo que vivimos los guatemaltecos. Ver la destitución de tres ministros de Estado en menos de una semana y en menos de seis meses van a la cárcel dos directores generales de la Policía Nacional Civil. Mejor me da risa ver cómo los millones de quetzales asignados a los rubros Seguridad y Salud van a parar tristemente, en un buen porcentaje, a los bolsillos de quienes los administran. Mejor me da risa ver los grandes eventos políticos con gran fanfarria y derroche logístico mientras en los hospitales no hay medicinas ni camas suficientes para los pacientes y los niños en el área rural sentados en el suelo tratando de aprender el alfabeto. Y que el 14% del presupuesto general de gastos de la Nación va a esas organizaciones «ONG»S» en manos de gente rara, extraña y no confiable. Y me da grima, no risa, ver amenazadas de muerte a esas dos supermujeres llamadas Nineth Montenegro y Roxana Baldetti, que ya ganaron puesto en la galería de las mujeres célebres de Guatemala. Mejor me da risa ver las asignaciones a alcaldes de la República que entran con una mano atrás y salen millonarios por los desfalcos que hacen. Me da pena que a través del mundo entero haya circulado una foto donde un ex presidente de Guatemala va con abrazaderas a la cárcel.
Pero no me da risa sino tristeza y contrariedad de saberme impotente al no poder hacer algo para proteger a esas inocentes criaturas, que regresando alegres del colegio a su casa se encuentran bajo un fuerte fuego cruzado de armas de grueso calibre, enfrentamiento estúpido entre fuerzas del bien y del mal. Y me entristece mi patria cuando supe que más de uno de esos niños dijeron a su padre: «Ya no queremos vivir en Guatemala. Vámonos a otro país porque mi patria amenaza mi vida y mi futuro». ¡Qué pena! ¿Será que ya tocamos fondo?
Y en parte, es consecuencia de ese antimilitarismo de la izquierda radical, sin fundamento, que pretende acabar con el Ejército, porque olvidan que la oficialidad y tropa que murió durante el enfrentamiento peleaban con el escudo de la constitucionalidad. No peleaban por una causa ideológica sino por una causa institucional cuyo objetivo era preservar el sistema democrático. Pero claro, la guerrilla en el poder que perdió la guerra pero ganó la «guerra política», y sus aliados, atribuyen cualquier osamenta que encuentren en un cementerio a matanzas del Ejército. ¡Qué injusticia! ¿Y la guerrilla no mató? ¿No secuestró? ¿No destruyó infraestructura? Y así «la Rosa de la paz» será siempre para la izquierda radical y para los militares defensores de la libre empresa y de la seguridad de los guatemaltecos jamás tendrán esa Rosa porque somos «derecha» y a nosotros solo nos esperan las rejas de Pavón.
Y termino mi risa pero dejo constancia que las fuerzas policiales solo serán efectivas cuando las comanden oficiales del Ejército que pueden poner orden y disciplina. La institución policial en manos de militares no necesariamente es «militarización del sistema». La Policía es un ente civil pero necesita ser comandada por elementos que han sido formados en un entorno de disciplina, orden, combate y con capacidad para contener la violencia que nos ha marcado en el contexto mundial como uno de los países más inseguros de la tierra. ¿Prueba? En casi seis meses no encuentran un Director General para la PNC. El Ejército podría proporcionarles un Coronel altamente calificado para el cargo, pero la guerrilla en el poder no lo permite.
Y respondo a la alusión que a nivel nacional hizo un alto funcionario del Estado, sobre que todos los guatemaltecos somos «hipócritas, mentirosos y corruptos». Cuando yo era un niño en la escuelita de mi pueblo y recibíamos una ofensa respondíamos: «Barajo mi trecho, rebira y contra».
JUVENTUD GUATEMALTECA: ¡Despierten! Participen en política y en la próxima elección arrebaten con su voto el poder y dennos un gobierno honrado y eficiente.