Los dirigentes de la Unión Europea entablaron hoy arduas negociaciones sobre un nuevo acuerdo estratégico entre la UE y Rusia con el presidente ruso Dmitri Medvedev, quien les anunció con ironía que será «tan constructivo» como su predecesor Vladimir Putin.
Tanto Medvedev como el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, o el primer ministro esloveno Janez Jansa, presidente de turno de la UE, estimaron que el inicio de estas negociaciones abría «una nueva página» y «un nuevo capítulo» en las relaciones entre Rusia y el bloque.
Este acuerdo «legalmente vinculante» abarcará todos los ámbitos de cooperación y de fricción entre los europeos y los rusos, como la energía, el comercio, los derechos humanos, los conflictos por resolver y la supresión de visados para los rusos que viajen a la UE.
Ahora bien, en la mayoría de estos temas, Medvedev se muestra tan duro como Putin. Llegó incluso a pronosticar con una sonrisa que sus relaciones con los europeos serían «tan constructivas y exitosas» como lo fueron durante los ocho años de la presidencia de Putin.
De todos modos Barroso encontró a Medvedev «abierto y distendido» durante una cena informal ayer y deseó que la insistencia del presidente ruso en «el respeto del Estado de Derecho ayude a tener un diálogo constructivo sobre los asuntos relativos a los derechos humanos».
En cuanto a los conflictos «congelados» como el de la república separatista de Abjasia, motivo de tensión con alta carga explosiva entre Rusia y Georgia, Medvedev intentó rebajar el nerviosismo diciendo que su intención era resolverlos con «medios políticos, sin recurso a la fuerza».
Pero, en privado, algunos responsables de la Comisión negaron haber visto cambios radicales entre Medvedev y Putin durante esta cumbre que se celebra en Janti-Mansisk, en Siberia.
«Sobre comercio, energía, el escudo antimisiles, todas las discrepancias habituales se pusieron sobre la mesa, sólo que sin la connotación agresiva que Putin ponía siempre», dijo un responsable de la Comisión.
Además Medvedev retomó uno de los ataques favoritos de los rusos contra la UE, denunciando «una tendencia preocupante» de la UE por defender los intereses estrictamente nacionales de algunos Estados miembros y pidiendo un proceso decisorio europeo «optimizado».
Era en alusión a un veto de Polonia y Lituania, dos antiguos satélites soviéticos, al lanzamiento de negociaciones con Moscú debido a las disputas comerciales o energéticas con Rusia.
Barroso defendió el principio de solidaridad por considerar que es democrático. «Al menos cuando decimos sí, son 27 países los que dicen sí», alegó.
Las negociaciones, que comenzarán en serio el 4 de julio, podrían poner a prueba la solidaridad europea. Y es que los países bálticos, preocupados por su dependencia energética casi total de Moscú, se encuentran en el punto de mira de los rusos.
Medvedev los acusó de ser blandos con aquellos que quieren «glorificar a los cómplices de los nazis» y «reescribir algunas páginas» de la historia del siglo XX.
Las negociaciones pueden tropezar con discrepancias sobre el alcance de las mismas.
Medvedev es partidario de un marco «conciso» al que se le añadirían luego «acuerdos sectoriales» pero, según algunos expertos europeos, la UE prefiere un acuerdo sustancial.