Medvedev decepcionó


Un año después de su elección, el presidente ruso Dimitri Medvedev ha decepcionado a quienes esperaban reformas y una apertura democrática luego de la era Putin, mientras continúan los asesinatos y los procesos polí­ticos.


Los llamamientos de Medvedev, elegido el 2 de marzo de 2008, en favor de «la libertad individual, la libertad económica y la libertad de expresión» llamaron en su momento la atención.

Pero un año más tarde, «Dimitri Medvedev aparece como un presidente más débil que sus predecesores, cuya capacidad de influencia en el curso de los asuntos del paí­s parece limitado», estima el redactor jefe del diario Nezavisimaia Gazeta, Konstantin Remchukov, en un editorial publicado hoy.

«Aparte del prolongamiento de la duración del mandato presidencial a seis años (frente a los cuatro anteriores) y el reconocimiento de la independencia de Abjasia y Osetia del Sur (dos territorios georgianos separatistas prorrusos, ndlr), no se ha tomado ninguna decisión seria», lamenta Remchukov.

El presidente ruso reconoció ayer que en su paí­s no se respetan algunos de los derechos «fundamentales», como «la protección de las personas contra la criminalidad, el respeto a la vida privada o la defenesa de la propiedad».

El aniversario de la elección de Medvedev coincide irónicamente con la apertura mañana de un nuevo proceso contra el ex oligarca ruso Mijail Jodorkovski, cuya condena en 2005 a ocho años de prisión por fraude fiscal fue interpretada por muchos observadores como una manera de apartar a un potencial oponente a Putin.

Dos meses después de su entrada en funciones en mayo de 2008, el nuevo presidente desoyó los llamamientos y descartó indultar a Jodorkovski, un gesto que habrí­a marcado una clara ruptura con la era Putin.

Además, al elegir a Vladimir Putin como primer ministro, el nuevo presidente limitó de facto su margen de maniobra, vista la fuerza del jefe de gobierno en la polí­tica rusa.

Según un reciente sondeo efectuado por el centro independiente Levada, un tercio de los rusos (34%) estima que el poder «real» está en manos de Putin, frente al 12% que dice otro tanto de Medvedev. La mitad de los rusos cree que el poder está repartido a partes iguales entre los dos.

El asesinato en Moscú el pasado 20 de enero de un abogado especialista en derechos humanos, Stanislav Markelov, recordó además que los métodos brutales de los años anteriores siguen vigentes.

Las expectativas que suscitó la llegada al poder de Medvedev ya eran «más bien modestas (…) pero se han hecho aún más modestas», observa el analista Andrei Riabov, de la Fundación Carnegie.

Además, la corta guerra entre Rusia y Georgia en agosto por el control de Osetia del Sur, la crisis económica y la depreciación del rublo tampoco han facilitado la tarea de Medvedev, añade el experto.