Meditaciones sobre la Constitución


Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

«Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de principio a una ley universal»

Immanuel Kant

La Constitución como la norma máxima en nuestro sistema jurí­dico contiene los principales deberes y derechos, tanto de la población como de los poderes del paí­s, la misma a pesar de cumplir 25 años de vigencia y habiendo sido modificada en 1993, contiene garantí­as importantes para los ciudadanos que son deberes del Estado, aunque la humanidad en 25 años se ha transformado; Guatemala ha quedado rezagada en muchos ámbitos del cambio histórico de la comunidad global, y tantos años después si se revisa concienzudamente la Carta Magna encontraremos para tristeza de un paí­s que muere por falta de salud, educación justicia empleo y seguridad, entre otros, que no se han cumplido los principales preceptos de la misma, y no es por culpa ni de los constituyentes, ni de la Constitución que tenemos. Es porque durante todo este tiempo no han existido Polí­ticas Publicas encaminadas hacia el desarrollo integral de la persona y de la sociedad, aunque el texto constitucional instituya determinados deberes esenciales del Estado, este no ha respondido para el cumplimiento de los mismos; desde el primer gobierno de la llamada era democrática en la que Vinicio Cerezo desperdició el momento más importante del paí­s, y de él, hasta el actual momento histórico-polí­tico no ha existido un gobernante que pueda pasar a la historia como un verdadero estadista. Las condiciones internas no solamente no han cambiado, más aún han empeorado impresionantemente, los recientes desastres naturales son una prueba más que estamos menos preparados hoy, que para el terremoto de 1976. Pero ¿Qué ha ocurrido? A mi criterio que ningún gobernante ha llegado con un verdadero plan de gobierno, o si alguno lo ha tenido, este no ha tenido seguimiento por parte de quienes le han sucedido en el tiempo, todo esto por varias circunstancias de fondo producto de nuestro cortoplacismo y falta de verdaderos estadistas, lideres comprometidos con lo más importante que debe ser la base fundamental de un grupo polí­tico, tener un verdadero proyecto de nación, proyecto que aún el dí­a de hoy añoramos y no tenemos.

Un ejemplo de lo que es un auténtico plan de nación son los Estados Unidos, que con una Constitución con tan pocos artí­culos y solamente dos partidos polí­ticos, paí­s de inmigrantes, si algo los ha caracterizado es que tienen un proyecto de nación, no importa si gobiernan los demócratas o los republicanos, para ellos Estados Unidos está primero. Pero no solamente esa sociedad tiene las caracterí­sticas antes mencionadas, hay muchos paí­ses más que han mantenido un proyecto de nación durante muchos años, como los europeos, y eso hace que no necesiten reformar constituciones, ni leyes constantemente.

Volvemos al divorcio entre el Ser y el Deber Ser, porque de nada sirve tener el mejor marco jurí­dico y avanzado si la sociedad en general se pasa por el arco del triunfo la norma máxima del paí­s, el desarrollo más importante es el desarrollo cultural, social, ético, moral, de discernimiento y amar nuestro entorno, si no llenamos estos aspectos, no podemos nunca lograr el desarrollo económico, financiero, y comercial, porque de nada sirve modificar la Constitución actual, o crear una nueva, si van a ser los mismos, con los mismos vicios quienes la van a estructurar, de nada sirve cambiar toda las leyes, si no existen baños públicos, si el sistema de transporte es deficiente, si el sistema de salud agoniza junto con tantos niños, hombres mujeres y ancianos, que no pueden tener acceso a un sistema de salud eficiente y humano; si el sistema de justicia no funciona y modifican el Código Procesal Penal, reduciendo los tiempos, pero no se capacita a los fiscales y jueces, no se contratan más, y no se prueba la ética y moralidad de los mismos, por lo tanto la letra escrita en una ley no nos proporcionara la justicia verdadera, pronta y cumplida que anhelamos. ¿Qué nos espera modificando leyes a diestra y siniestra con el argumento que allí­ se encuentra la génesis de todos nuestros males, cuando el verdadero problema está en la sociedad en general? ¿Cómo se le puede exigir a toda una población que conozca todas las leyes, cuando ni siquiera sabe leer, y los que saben no leen el Diario Oficial, el que deberí­a ser gratuito?

El cambio que necesitamos no está en la redacción de la Constitución o las leyes, el cambio que necesitamos está en dar a conocer, cumplir y respetar lo que tenemos, después podemos pensar en cambios. Antes es como cambiar de ropa a una persona que no se ha bañado en 25 años, y maquillarla, cuando la suciedad existe en todo su cuerpo, y esa no desaparece ni con ropa de marca, ni con el más caro maquillaje.