No es como para saltar de alegría, pero finalmente las autoridades que tienen a su cargo el control del transporte de pasajeros están dando moderadas señales de preocuparse por la seguridad de los usuarios de ese servicio, aunque si se lo proponen podrían avanzar en un proceso tendiente a garantizar la vida no sólo de los viajeros en autobuses sino de los propios pilotos de esas unidades, sus ayudantes y de quienes se conducen en vehículos privados.
Me refiero a la decisión del Departamento de Tránsito de la Policía Nacional Civil y de la Dirección General de Protección Vial de aplicar la Ley Preventiva de Hechos Colectivos de Tránsito, que obliga a dueños de camionetas de transporte colectivo y otros vehículos similares a rotular en las partes delantera y trasera de esos automotores el número de placas con caracteres visibles, para que puedan ser identificados de inmediato, con el propósito de que tanto empresarios como pilotos no evadan responsabilidades después de acontecer un accidente de tránsito.
Según esa normativa, todo conductor del transporte de carga, colectivo o escolar, urbano o extraurbano involucrado en un accidente de tránsito y que provoque un homicidio o lesiones culposas será puesto a disposición de autoridad competente, como supuestamente debería hacerse desde hace tiempo; porque ha sido común que esos pilotos huyan del sitio de los hechos inmediatamente, para evitar su captura y consignación a los tribunales de justicia.
Para que no persista esa violación a la ley, se establece que los propietarios de autobuses están obligados a mantener un expediente actualizado de sus pilotos y ponerlo a disposición del Ministerio Público en caso de accidente, con lo que se presume que si los conductores huyen del sitio donde haya ocurrido el percance podrán ser identificados y localizados, además de que si al realizarse el peritaje se comprueba que la unidad se movilizaba con desperfectos mecánicos o de otra índole, el dueño del vehículo podrá ser procesado por lesiones u homicidio culposo.
Naturalmente que hay transportistas que no están de acuerdo con esa normativa, al extremo de que uno de ellos calificó de “tontería” la rotulación y demás medidas preventivas, y añadió con desparpajo que “lo único que puede ayudar a disminuir los accidentes es mejorar la infraestructura vial”, sin mencionar, por supuesto, que, resulta imprescindible que las autoridades de Tránsito no permitan la sobrecarga de los buses, que los conductores no manejen en estado de ebriedad, que no circulen a altas velocidades, que no rebasen en curvas, que los empresarios no contraten a inexpertos y otras reglas básicas.
(La atractiva hija del piloto de tráiler Romualdo Tishudo, en el momento de salir de su casa para abordar el bus urbano, exclama: -¡A trabajar!, que Dios me hizo guapa, pero se le olvidó hacerme rica).