Durante cuatro días, la otrora violenta ciudad colombiana de Medellín, cuna en la década del 80 del sangriento cártel del narcotráfico del mismo nombre, demostró que las balas se agotaron y dieron paso a una renovada urbe, en la que la palabra, la cultura y el arte dominan el espacio.
Medellín (400 km al noroeste de Bogotá) y segunda ciudad de Colombia, fue sede desde el pasado miércoles del XIII Congreso de Academias de la Lengua Española, que el sábado concluyó con la entrega de la nueva Gramática del idioma de Cervantes.
Con la Gramática, que llevará el nombre de la ciudad, a pesar de que oficialmente sólo se publicará en 2008, concluye el ciclo del anterior texto, publicado en 1931.
Además, rectores de más de 60 universidades iberoamericanas, bajo la dirección del Instituto Cervantes, que deliberaron paralelamente al Congreso de Academias, entregaron oficialmente el nuevo Sistema Internacional de Certificación del Español como Lengua Extranjera (SICELE).
El Sistema asegurará que los extranjeros portadores de un certificado de conocimiento del español son idóneos en el manejo del idioma, sin importar el lugar o la institución en el que lo hayan obtenido.
Los reyes de España, Juan Carlos de Borbón y Sofía -quienes llegaron a Medellín el viernes-, fueron testigos de primera mano de esas actividades, pero en especial pudieron apreciar la profunda transformación de la ciudad, una de las más afectadas por la violencia del narcotráfico en los años 80.
En esa década, Medellín fue la cuna del cártel de narcotraficantes que llevaba su nombre, creado por el extinto capo Pablo Escobar Gaviria, a quien se le atribuyen centenares de víctimas.
Fue en esa época que decenas de niños y jóvenes de escasos recursos y deseosos de conseguir dinero fácil, integraron las bandas de sicarios al servicio del cártel, y dejaron ríos de sangre, no sólo en Medellín sino del resto del país.
Luego, con la muerte de Escobar y otros jefes de las drogas a manos de las autoridades, y con la captura de los principales lugartenientes, los sicarios pasaron a engrosar las filas de bandas de delincuencia común que asesinaban por cualquier peso.
Años más tarde, a finales de los 90 y comienzos de 2000, fueron las guerrillas y los grupos paramilitares los que los incorporaron a las milicias urbanas que disputaban amplios territorios de las zonas marginales o comunas de Medellín.
Tal el caso de la comuna Noroeste, un sector habitado por miles de desplazados por la violencia del conflicto armado y donde los enfrentamientos armados por su control, dejaron centenares de víctimas.
Fue allí donde precisamente los monarcas españoles estuvieron el sábado, inaugurando un parque-biblioteca, y pudieron apreciar cómo la acción de los gobiernos locales en los últimos años dieron paso a una comunidad que deja atrás, poco a poco, el estigma de la violencia.
Esta transformación hizo que los gobernadores de los estados brasileños de Rio de Janeiro, Minas Gerais y del Distrito Federal visitaran el viernes la ciudad para conocer los programas que han permitido reducir la violencia.
Además, Medellín, con algo más de tres millones de habitantes, es conocida como la urbe con la mejor y mayor cobertura de servicios públicos de Latinoamérica.