La ciudad cambia de imagen como por arte de magia. Diciembre posibilita un gran flujo de dinero circulante. Fenómeno inscrito en la economía sucede año tras año en el medio, sea como sea. Influye en demasía el efecto del aguinaldo, una significativa prestación laboral capaz de aumentar los ingresos y fomentar seguro el consumismo, con vigor.
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La tendencia de supeditarse a la fantasía mediante planes a montón, resultante es de nuestra propia idiosincrasia. Estos al mayoreo, rebasan las posibilidades reales en frenética carrera. Al compás del intercambio de regalos, inherente a la época y las conmemoraciones de resonancia universal, obligan sobremanera al hecho de no quedarse atrás, por nada.
Aunque resulte cuestionable, tanto en Semana Santa, Navidad y el añadido de Año Nuevo, motivan en cada persona la inducción poderosa en el entorno. El apoderamiento contagioso genera expresiones conductuales entre esa exaltación de niveles extraordinarios, a fin de liberar en parte las inhibiciones que marca y deja huella la crisis actual., que no retrocede.
Al poner las cartas sobre la mesa acerca del debido análisis sereno de esas conmemoraciones, impele a visualizar su trascendencia, además del impacto consiguiente. Todos percibimos una ambivalencia inclusive. De componente religioso y mundano también, dependiendo de las creencias, costumbres y cultura que sean practicadas con suma intensidad.
Son en línea directa los escapes necesarios, urgidos a la vez, respecto a los seres humanos. Mayormente a tiempo de disponer de fondos extraordinarios. El presupuesto hogareño recibe un componente aliviador, de cierta manera. Atañe por lo tanto al manejo a realizar, su utilidad positiva o negativa, al término de los diversos eventos epocales, impresionantes.
En esos días podemos sostener como una mayoría significativa reafirma el dicho que «tiene pisto la gente». Los segmentos favorecidos pierden el control y se les pasa la mano; en tanto que lo menos socorridos gastan con moderación. Pero quienes conforman los grupos de pobreza y extrema pobreza, hundidos en la vulnerabilidad comen ansias, de sabor amargo.
Vemos como el hecho de mayor circulante monetario, contante y sonante, crea un ambiente festivo. Resulta sin duda un verdadero en candilamiento generador del posterior despertar a la realidad, misma que subraya una diferencia abismal. De consiguiente, constituye una tangible inflación, entre el jolgorio y los ánimos de rostro entusiasta, rejuvenecido.
Si el soporte monetario, gracias a dicha presentación, cuya espera tipo aguaceros de mayo cumple con legitimidad su función, bienvenido sea. Hoy más que nunca resulta adicional recurso, que alivia un tanto las crisis prevaleciente. A usarlo con cuidado y propiedad, pues en el inicio del año escolar es de tronarse los dedos por el desembolso fatal.
El mayor circulante decembrino viene a ser el deslumbramiento innegable. Todos sabemos por experiencia propia que actualmente cualquier cantidad de plata se hace agua en las manos. Cuenta mucho extremar la previsión, lejos del derroche que afecta demasiado. Tomemos en cuenta que de quetzal en quetzal el dinero se agota, no es cuento, vale siempre, aquí y allá.
La contrapartida en manos de los villanos o malandrines están a la espera del mayor circulante de dinero. Por eso es deseable que las fuerzas del orden asuman planes efectivos de contingencia. Atracos, despojos y robos en abundancia, deben ser eliminados y castigados. Que la seguridad cobre presencia a toda máquina, en cualquier hora del día, así.
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Sobreentendido viene a ser que en esta época peligro hay donde quiera. Nadie desconoce, eso sí, que existen sitios donde más operan los infractores de la ley. Ello exige el redoblamiento de medidas de protección, en defensa de la población honrada que lucha y trabaja a diario como Dios manda. Ojalá sean barridos los pícaros, y enviados a donde corresponde.