Maya Plisetkaya, la Diva de la Danza, y el Bolero de Ravel


Nacida en 1925, Maya Plisetskaya es hija de un industrial fusilado en 1938 por orden de Stalin y de una actriz judí­a. Como esposa de un

Dos grandes artistas rusos viven en Munich a partir de 1991. Ella, la gran Diva de la Danza; y él, Rodino Chédrino, gran compositor. Antes de la gran proyección de la pelí­cula de esta estrella del Ballet Bolshoi de Moscú -hoy miércoles 22 de septiembre en el Paraninfo Universitario-, escribo estas lí­neas para dar a conocer su vida artí­stica.

JORGE SARMIENTOS
lahora@lahora.com.gt

Maya Plisetskaya es famosa por ser rebelde. En el Bolshoi defendió a capa y espada a ciertos coreógrafos modernos cuyos nuevos ballets bailó ella misma. FOTO LA HORA: ARCHIVOEn cuanto a su inmensa notoriedad, Maya la alcanzó con el papel de Odette-Odile en el

Maya Plisetskaya y Rodino Chédrine, ambos han escrito la historia del ballet ruso y una página de historia musical de Rusia. Ella, Maya Plisetskaya, es una de las más grandes bailarinas rusas de la segunda mitad del siglo XX. í‰l, su esposo, es el compositor ruso Rodino Chédrine.

Ambos viven en Munich desde 1991. Impresiona la sencillez de este apartamento amueblado con buen gusto. Es el tipo de apartamentos de artistas donde hay un pequeño piano de concierto y largas estanterí­as repletas de libros y discos compactos. Dicen tener un lindo apartamento y una casa en Lituania, más presentables.

Maya Plisetskaya celebró, el 20 de noviembre de 2005, su octogésimo aniversario. Este mismo dí­a se presentaba en escena, durante una velada de gala en el Kremlin, y el público pudo verla bailar en la miniatura de Maurice Bejart titulada «Ave Maya».

La artista ha conservado toda la figura de una bailarina en «plena forma». Cuando se le preguntó si ella sigue ejerciéndose todos los dí­as, dio por respuesta una radiante sonrisa. Conquistó su modo de ser, su encanto, su sinceridad.

Nacida en 1925, Maya Plisetskaya es hija de un industrial fusilado en 1938 por orden de Stalin y de una actriz judí­a. Como esposa de un «enemigo del pueblo», su madre fue deportada durante numerosos años en Kasakhstan, por lo que Maya creció en Moscú, en casa de varios parientes. A la edad de nueve años la admiten en la escuela de danza. Dos años más tarde realiza su primera aparición en el escenario del Bolshoi en la «Bella durmiente del bosque». ¿Cómo serí­a que una niña, lejos de sus padres, angustiada, atormentada pudo adquirir tanta fuerza y disciplina?

«El arte me salvó», dice ella. «Me concentré en la danza y querí­a que mis padres se sintieran orgullosos de mí­». Por lo menos lo logró: de una hija de un «enemigo del pueblo». Maya se volvió el orgullo de toda una Nación. Nunca dejará de bailar. Fiel a su sueño volverá siempre a las tablas. En 1941, Maya Plisetskaya ingresa al Ballet Bolshoi. Su voz la traiciona al evocar dolorosos recuerdos en la dirección del teatro en aquella época, el control ejercido por la KGB, las incesantes llamadas dirigidas al gobierno para poder definir su propio destino.

REPRESENTACIONES

Cada una de sus representaciones se realiza con taquilla agotada. Es la artista elegida que se presenta a todos los visitantes extranjeros -pero ella misma no tiene el derecho de salir de su paí­s. Debe declinar toda invitación, inventando «estúpidas disculpas».

Sólo hasta 1956, pudo la escena coreográfica reconocer a una de las mejores intérpretes rusas en los papeles de clásicos y modernos. Los Estados Unidos y Canadá la descubren hasta 1959 en el marco de una gira del Bolshoi. Alemania Federal la recibe en 1967, por primera vez, como artista invitada.

Fue pesada la carga que tuvo que aguantar como bailarina soviética. «Mi esposo y mi familia se quedaban en Rusia como garantí­a y sabí­a lo que les esperaba si no volviera», cuenta. Es por ello que no se quedó en el Oeste. Se sabí­a lo que ciertos artistas de renombre, como Milhail Barychnikov, tuvieron que padecer por no haber vuelto de Europa o Estados Unidos donde habí­an sido invitados a presentarse.

Como «traidores de la Nación» les quitaron su derecho a ingresar a su propio paí­s, hasta perdiendo su ciudadaní­a.

Maya, fiel a sus principios, nunca perdió su Valentí­a. Gracias a su técnica brillante, su cualidad como actriz y su profundo sentido musical se consagró como «Primera bailarina» del Bolshoi apenas dos años después que Galina Ulanova, primera bailarina desde 1960, se hubiera jubilado.

Maya Plisetskaya es famosa por ser rebelde. En el Bolshoi defendió a capa y espada a ciertos coreógrafos modernos cuyos nuevos ballets bailó ella misma.

Si Rusia pudo descubrir el arte de Rolan Petit o de un Maurice Béjart, fue gracia a ella. Abierta a todo experimento, con mucha imaginación e interesada siempre en la danza, como primera bailarina elaboró danzas con su estilo personal. Su talento de «bailarina-actriz» le permitió desarrollar el personaje de los papeles respectivos que interpretaba con gran emoción.

En cuanto a su inmensa notoriedad, Maya la alcanzó con el papel de Odette-Odile en el «Lago de los cisnes» y en «La muerte del cisne», papel que la acompañó toda su vida.

El personaje de Kitri de «Don Quijote», interpretada con una técnica extraordinaria, impresionaba por los saltos, cuya técnica solo ella conocí­a. Y este talento puesto al servicio del drama dio a la fogosa «Suite de Carmen» donde se percibí­a la búsqueda de un nuevo lenguaje coreográfico.

A los 80 años, Maya Plisetskaya era una pedagoga solicitada, dando Master clases en el mundo entero. «Por supuesto que ya no salto muy alto -reconoce- pero siento todaví­a la fuerza de ayer». Pionera en su alma, esa bailarina de excepción logró que bailaran juntos la gente más opuesta en estilos muy diversos. Se recordará su espontánea personalidad, polivalente, poseedora de un pensamiento sólido y constructivo, de sus papeles a veces lí­ricos, a veces lo contrario. Es así­ como «la Callas de la danza» logró construir la obra de una vida.

Las presentaciones más brillantes de su vida, la proyectamos hoy miércoles 22 de septiembre a las 18:15 horas en el TAU, Paraninfo Universitario. Al final baila estupendamente la coreografí­a de Serge Lifar, del Bolero de Maurice Ravel, con la Orquesta del Teatro Real de la Monnaie (Moné) de Bruselas-Bélgica, filmado por el Ballet Bolshoi de Moscú. Después de la presentación, se ofrecerá un café con comentarios y preguntas del público asistente, que con mucho placer responderá Jorge Sarmientos.