Unos 8 mil bomberos y decenas de aviones intentan controlar este miércoles la furia de los incendios que devoraron más de 166 mil hectáreas en cuatro días en el sur de California y provocaron la evacuación más importante después de los huracanes Katrina y Rita en 2005.
Hasta el momento se ordenó la evacuación de más de medio millón de personas a causa de unos incendios que, por cuarto día, recorren el sur de California (oeste de Estados Unidos) y que han destruido a su paso casi 1.300 viviendas y edificaciones mientras amenazan la capacidad de los bomberos para controlarlos.
Según el último parte oficial, divulgado el martes en la noche, al menos 16 focos de fuego separados devoraron más de 166.000 hectáreas de terreno donde la vegetación seca se convirtió en la mejor leña, atizada por los fuertes vientos del desierto que están provocando una de las peores crisis desencadenadas por incendios en la historia de California.
Hasta este miércoles, cuando se esperan otra vez temperaturas por encima de los 30 grados, una persona había muerto y otras 20 resultaron heridas por el fuego que desde el domingo afecta tanto a las zonas residenciales de Malibú de ricos millonarios como a las áreas de clase media y baja cercanas a la frontera con México, en San Diego, a 200 km al sur de Los Angeles.
Este miércoles, un día antes de la llegada a California del presidente George W. Bush, unos 8.000 bomberos se volverán a servir de unos 90 aviones equipados para esparcir productos químicos que retardan el avance de las llamas, incluido un DC-10, 25 aviones cisternas y 40 helicópteros.
El cuerpo de bomberos contará con la ayuda de 2.600 prisioneros entrenados para luchar contra los incendios, además de equipos de los estados vecinos de Arizona y Nevada.
Estos efectivos intentarán contener los fuegos, que se propagan en los condados de Los Angeles, Orange, Riverside, San Bernardino, San Diego, Santa Barbara y Ventura.
Gran parte los efectivos empezaron a llegar a la zona después de que el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, pidiera a Bush la declaración del estado como zona de emergencia.
Dicha declaración conllevó el anuncio del desembolso de ayuda federal para dominar el desastre natural más importante que vive Estados Unidos después de las inundaciones de Nueva Orleans por el huracán Katrina hace dos años.
Esta vez la región de San Diego es la más afectada por el nuevo desastre natural. En ella, localidades como Rancho Bernardo, Fallbrook y Ramona han quedado reducidas a cenizas.
Ante la situación, el gran estadio de la ciudad, el Qualcomm, se convirtió en un refugio de fortuna donde desde el lunes se cobijan unas 20.000 personas, según cálculos de la organización.
Allí ancianos y jóvenes, ricos y pobres, están pasando sus noches, algunos todavía sin saber la suerte que han corrido sus casas.
«Mi hija me llamó y me dijo que se perdió» todo, contó a la AFP Cindy Alexander, una mujer de 54 años, que hasta el lunes vivía sola gracias a una ayuda social por minusvalía.
«Aproximadamente 513.000 personas en el condado de San Diego han recibido órdenes obligatorias de evacuación y adicionalmente se ha recomendado a otras 12.000 personas abandonar sus casas» amenazadas por las llamas, indicó la oficina de este condado fronterizo con México.
«Estamos ante una situación desafortunada en la cual se juntaron tres cosas: áreas muy secas, temperaturas muy altas y mucho viento, lo cual provoca las condiciones perfectas para el incendio», explicó Schwarzenegger tras una gira por las zonas destruidas de la localidad turística de montaña de Lake Arrowhead, a 150 km al este de Los Angeles.
En esa localidad miles de personas fueron evacuadas mientras hacia la misma zona, otro fuego espectacular destruyó al menos 160 residencias en la zona montañosa de San Bernardino.
«El departamento de bomberos y las fuerzas de seguridad están desbordadas porque hay demasiados incendios propagándose. Los vientos son erráticos e impredecibles, no se puede decir hacia dónde se moverán los fuegos ni cuándo», apuntó el supervisor del condado de Los Angeles, Zev Yaroslavsky.
A finales de 2003, al menos 22 personas murieron en California donde otra tormenta de fuego redujo a cenizas 3.000 casas y unos 3.000 km2.