En el pénsum de estudios de ciencias económicas parece que hace algunos años se introdujo una materia especial para el uso del lenguaje de manera que mediante eufemismos se pueda enredar más aún cualquier explicación sobre fenómenos económicos. En el gobierno pasado, recordará el lector, se empezó a hablar de techos presupuestarios para decir que las transferencias de partidas no eran tal cosa, sino simplemente el traslado de un techo, pretendiendo así acabar con la discusión sobre la conveniencia o inconveniencia de un presupuesto desordenado por las constantes transferencias y sobre todo cuando se sacaba dinero de Educación, Salud y Seguridad para asignarlo a los fondos que manejaba clientelarmente la esposa del Presidente.
Hoy en día, cuando el tema de la deuda empieza a ser preocupante porque nos estamos endeudando aceleradamente y, lo peor de todo, para sufragar gastos de funcionamiento sin invertir para expandir nuestra economía, vemos que se usan eufemismos para dorarle la píldora no sólo a la gente, sino a los más altos funcionarios que abrazan de manera dogmática los criterios expresados por sus técnicos, sin darse cuenta del manejo semántico de las cuestiones.
Hoy nos aparece el Ministro de Finanzas diciendo que emitirán bonos para pagar la deuda flotante de 3.5 millardos de quetzales, pero que eso no aumentará el déficit porque es deuda que se viene arrastrando de otros ejercicios. Ciertamente no es déficit de este año y la deuda ya existe porque se tiene con contratistas, aunque la misma no haya tenido respaldo presupuestario cuando se contrató la obra. Pero nuestro nivel de endeudamiento contabilizado sí que se eleva en el momento en que se emiten bonos porque se convierte en una obligación con condiciones y fecha de vencimiento. No estamos hablando de cuánto de esos 3.5 millardos fue a parar a la corrupción, aunque en los contratos con el Estado que se asumieron sin respaldo financiero y quedaron como deuda flotante hay que estimar que es un altísimo porcentaje, pero en todo caso, hablando de deuda, seguimos engordando las cuentas de obligaciones y eso es sumamente peligroso para el futuro económico del país, porque evidentemente se perdió la disciplina que mantuvo la estabilidad macroeconómica.
Conformarse con estabilizar el crecimiento de la deuda, sabiendo que Colom la llevó a niveles irresponsablemente peligrosos, es también irresponsable. Estamos en posición que obliga a manejar la situación con mucha prudencia, pero ya basta de ese uso semántico para confundir a la opinión pública y decirle blanco a lo que es negro para agarrar de babosos a los que no entienden de economía, empezando por el mismo Presidente que repite lo que le dice su Ministro de Finanzas sin entender el fondo de las cuestiones.
Minutero:
Olvidemos la transparencia
porque nunca llegará;
la largueza triunfará
afianzando la indecencia