La matanza de ayer en una editorial cristiana de Malatya (este) que acabó con la vida de tres personas, entre ellas un alemán, ha causado un gran impacto en Turquía, mientras la policía interrogaba hoy a 10 sospechosos que tendrían motivos políticos, según la prensa.
Estos asesinatos macabros han reavivado la angustia de los crímenes precedentes contra minorías religiosas en un país oficialmente aconfesional, pero con un 99% de musulmanes.
La matanza se produjo en Malatya, una ciudad conservadora y religiosa ubicada a 660 km al este de la capital Ankara, en la editorial Zirve («cumbre», en turco) que imprimía libros sobre el cristianismo y distribuía la Biblia.
Tras ser alertados por allegados de los empleados de la editorial, que habían denunciado su desaparición, la policía efectuó una redada en los locales de la editorial, ubicada en el tercer piso de un edificio. Allí encontró los cadáveres atados y amordazados de dos hombres, degollados.
Una tercera víctima en el mismo estado murió poco después en el hospital.
El en lugar de la matanza cuatro jóvenes sospechosos fueron arrestados con cuchillos, las armas del crimen. Un quinto intentó escapar lanzándose por la ventana e hiriéndose gravemente.
Otros cinco sospechosos fueron interrogados durante el día, declaró el jueves el gobernador de Malatya Halil Ibrahim Dasí¶z, sin decir nada sobre sus motivaciones.
«Nuestra investigación continuará lo más amplia posible», declaró a la prensa, sin entregar más detalles.
«Lo hicimos por la patria» o «nuestro país y nuestra religión estaban amenazados», habrían declarado los sospechosos, de 19 y 20 años de edad, durante el interrogatorio, usando la retórica generalmente utilizada por los medios islamo-nacionalistas.
La televisión mostró el miércoles imágenes de un pequeño grupo de ultranacionalistas manifestando frente a la editorial en 2005 contra sus actividades proselitistas cristianas y gritando «Allah akbar» (Alá es grande). El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan condenó el miércoles un acto «horrible», prometiendo encontrar a todos los culpables.
Su ministro de Relaciones Exteriores, Abdullah Gí¼l, estimó el jueves que el ataque apunta a «la tradición de tolerancia» y deteriora la imagen de Turquía en el extranjero. El país cuenta con varias pequeñas comunidades cristianas y aspira ingresar a la Unión Europea.
Aunque las autoridades no han dicho nada aún sobre el móvil de los sospechosos, la prensa está convencida de que se trata de un crimen político y religioso inscrito en la misma línea del asesinato de un cura católico italiano el año pasado y del periodista de origen armenio Hrant Dink en enero.