Más valioso que el oro


Es a través de relatos, novelas y pelí­culas que tantos de nosotros viéramos y leyéramos acerca de la fiebre del oro en la fabulosa California, que aprendimos desde muy temprano que para obtenerlo, no solamente habí­a que sufrir las penurias de su localización, lavado (si fuera el caso) o extracción, sino el tratar de defenderse de aquellos quienes controlaban a quienes lo trabajaban, para robar tranquilamente sin que les costara, el trabajo de obtenerlo. De allí­, que el territorio se convirtiera en violento y peligroso, por lo que para obtener los «huevos de oro» se requerí­an buenas cantidades de ese valioso recurso no áureo.

Carlos E. Wer

Hoy, en esta tierra nuestra se necesita un lí­der que tenga una buena dosis de los atributos que devienen de ellos: Valentí­a, arrojo, carácter, fuerza, sensatez, juicio, equilibrio, sentido ético y sobretodo convicción. Convicción y certeza de que la oportunidad de oro, solamente la tendrá por una vez. Y a través de ella su futuro y la historia lo juzgarán. Tiene que haber un alto sentido de la misión que le ha sido encomendada. No por los electores, porque es lo que menos cuenta, en una campaña en que corrieron fondos para «doblegar» por necesidad a muchos votantes que vieron en ella la oportunidad de hacerse de «algunos aperos» que la falta de justicia en nuestra Guatemala les ha negado. Una misión encomendada que trasciende elecciones, que trasciende intereses, que trasciende poder: Una misión que le fue asegurada por los guí­as espirituales mayas. Una misión que está comprometida con la paz, la justicia y la verdad. Una misión que puede representar la diferencia entre armoní­a o enfrentamiento social.

Las fuerzas que detrás de uno y otro, aprestan sus armas para impedir que una u otra utilicen el poder para imponer sus condiciones sobre el enemigo. Las fuerzas emergentes que esperan justicia y las tradicionales que están acostumbradas a valerse del poder para domeñar a aquellos y apropiarse de las riquezas que nos pertenecen a todos. Las fuerzas que de aquí­ y de ALLí, pretenden incluso llegar a declararnos «Estado Fallido», para poder continuar con el descarado saqueo de ellos.

Ya en una oportunidad, pudimos notar a través de una encuesta la división existente en el paí­s. Hoy vemos como el peligro de la desintegración (indiciada como lo demostré en artí­culos anteriores) de Bolivia, se ha recrudecido, alimentada en su superficie por la estúpida teorí­a de Samuel Huntington del «Choque de Civilizaciones» que ha servido de fundamento a la polí­tica del Medio Oriente del clan de neocons que actualmente dirigen la polí­tica exterior estadounidense. Pero que bajo ella se encuentran los poderes económicos bolivianos y extranjeros que desean mantener sus privilegios sobre la comercialización del petróleo y el gas, el que se encuentra en su mayor parte en los cinco departamentos que buscan «su independencia». A los mexicanos les podemos preguntar cómo «la voluntad de los habitantes de la región», les costó la guerra y el robo de una buena parte de su territorio.

Visualizar la posibilidad de que nuestra patria pudiera llegar a esos extremos alimentados por quienes la explotan miserablemente, es un riesgo, pero al mismo tiempo es un reto y una oportunidad para el futuro gobernante. Y ello por una razón muy importante. No muchos guatemaltecos tienen, ni el conocimiento ni la convicción de los valores y principios de la población maya. Valores y principios que impulsados desde la cúpula de poder, no solamente abrirí­a espacios de expresión y participación de los lí­deres e intelectuales mayas, sino al mismo tiempo, siendo ladino y ajquij, dimensionar la necesidad de construir la nacionalidad guatemalteca alrededor de lo que ello representa. Y así­, construyendo un liderazgo con sólido apoyo popular que le permita profundizar los cambios urgentes que el paí­s necesita.

Y si él tiene el valor. Si tiene el temple, el valor, el carácter, la voluntad, y la decisión para lograrlo encontrará el apoyo masivo de un pueblo que espera y reclama justicia. «Que no le tiemble el pulso» para descubrir y enjuiciar a quienes han vendido por «un plato de lentejas» las riquezas del paí­s. Para cambiar las leyes que ellos impulsaron para regalarlas «legalmente». Que inicie un proceso de lavado a fondo de la corrupción existente prácticamente en toda la administración. Y si el Congreso se opone, porque se ha convertido en un nido de ví­boras y de sinvergí¼enzas, tome el ejemplo del presidente Correa y deje que sea el pueblo el que decida el destino de esa entidad.

Si las decisiones que usted tome homologan aquellos de los grandes capitanes que como Cortés «mandó quemar las naves» para impedir que los cobardes se abstuvieran. Si como Vasco da Gama ante un temblor de tierra se dirigió a ella y le espetó ¡Non tembles terra que non te fago nada!, o como un Libertador Simón Bolí­var que ante el terremoto de Caracas respondiera a los tí­midos que alegaron que era la muestra de que Dios se oponí­a a la guerra de Independencia, les contestó «Si la naturaleza se opone… ¡lucharemos contra ella!». Si ese carácter y esa decisión le acompañaran, puede usted estar seguro que la mayorí­a de la población «indí­gena y ladina», le seguirí­a en busca de un destino de desarrollo y progreso. ¡Amén!